UNA LOCURA...-- CAPÍTULO 25º






                                                                                                                   


                                                                                                                                                 



                          






                                                                                               FOTOS
Estas cuatro fotografías corresponden a algunas de las pesqueras que hice con mi primera neumática; como más adelante os relato, no era yo el que decidía ir a pescar, sino que era el motor cuando le daba `` la real gana´´ de arrancar. La mitad de las veces me dejó en tierra y, de las que pude salir, un gran número de días tuve que regresar a remo.
El mero que véis en la caja fue el estreno de la zodiac; lo capturé por fuera de los arrecifes de la Isla de las Palomas, frente a la ``Caña´´ del Peral; este mismo día comienza la odisea entre el Jonhnson y yo: para el regreso fue imposible ponerlo en marcha y ahí nos tiene remando, al botero y a mí, hasta la playa de Getares; menos mal que hacía un poniente suave que nos ayudó hasta el Faro de Punta Carnero; en la bahía, calma chicha, lo que no impidió que llegásemos a la playa con más callos en las manos que un minero. Con la zodiac comencé a salir solo como pescador y acompañado de alguna amistad de la playa que hacía las veces de botero; a partir de esta primera aventura noté que muchos empezaban a ponerme excusas para venir; los compañeros de pesca no querían ver el bote ni en pintura...
La segunda foto corresponde a la mejor pesquera que hice con esta neumática; fue un día ``redondo´´: motor que se pone en marcha a la primera, no me da un susto en toda la jornada, el estrecho como un plato y el agua como un cristal; yo, viendo el comportamiento de mi ``enemigo´´, estuve muy relajado y pensando sólo en pescar; si os digo la verdad, con la zodiac, mi rendimiento bajaba mucho pues me pasaba el día cavilando en lo que pasaría al regreso; hasta tal punto me hizo precavido el ``puñetero´´ motor que nunca pasé de la punta de la Torre de los Canutos con dicha embarcación; este fue uno de los motivos  para venderla al poco tiempo; en aquellos años el Estrecho estaba muchísimo menos frecuentado que en la actualidad, no existían móviles ni creo que Salvamento Marítimo..., al atardecer era lo normal que no divisases un bote: si tenías algún percance y caía la noche, ya sabes lo que te esperaba; pero volvamos a la pesca: ese día la zona fue desde la Punta del Chorlito hasta los alrededores de la Isla de las Palomas; el mero del centro es de la Ballenera puesto que, al regreso, quise mirar dos o tres piedras conocidas en ese lugar. Os pongo en conocimiento que la calidad de las fotos en color no es nada buena, como comprobaréis, ya que he tenido que hacer las copias sin poderlas desmontar del cuadro pues  el señor de la marquetería no tuvo otra idea que pegarlas al tablero: también pienso que el carrete no sería nada bueno.
La foto tercera, la de los meros en el ``capacho´´, la hice en casa usando como flash una bombilla: ya sé que no es un dechado de perfección pero le tengo un gran cariño pues fue la última vez que salí con dicha neumática; estuve pescando en San García y en el centro de Getares.
Los dos meros de la cuarta foto son de la Ballenera y del Timoncillo; el mero grande, el ``burro´´, me dio la mortal para sacarlo y el detalle del plumero ya sabéis para lo que es....

  
                                                                                          UNA   LOCURA
Los tres ciclos de quimioterapia los ha soportado mi organismo muy bien; durante el mes de diciembre me harán distintas pruebas para ver si me pueden operar.
Pero vamos a lo que nos interesa: creo que a mis neuronas las he recargado muy bien, con carga muy positiva, para seguir estos relatos.
Titulo el presente episodio como ``una locura´´ ya que en verdad hay que estar muy loco, divina locura, para actuar como lo hice o..., ¡estar totalmente ``pirado´´por la pesca submarina! Siguiendo la lectura  creo que lo llegaréis a comprender y podréis sacar vuestras propias conclusiones. Empezamos:
En el año 1971 nos casamos Idita y yo; como os he dicho en capítulos anteriores, estuvimos viviendo más de veinte años junto a la playa del Rinconcillo; he de informaros que el bloque de viviendas no tenía ascensor y el piso era un segundo pero, en verdad, para subir escaleras correspondía a un tercero; no tengo la menor duda que más adelante os daréis cuenta de la importancia que tiene todo esto en relación con el título de la presente narración.
Algunos meses después de tan señalada fecha tuve conocimiento de que  alguien tenía una neumática que quería vender; pronto encontré al dueño y me llevó a verla: estaba apoyada sobre una pared, inflada, reposando en unas cámaras de coche, grande, inmensa, descomunal, enorme..., ¡¡ preciosa !!  En aquellos años este tipo de bote no era muy conocido en mi ciudad, más bien era algo raro. Quedé totalmente prendado ante lo que veían mis ojos; sin pensarlo dos veces, sin encomendarme ni a Dios ni al diablo, la compré: me costó la nada despreciable cifra, en aquella época, de ¡¡¡ diez mil pesetas !!!..., comparado con los precios de hoy día parecerá una bicoca, pero hace cuarenta y tantos años era una cantidad considerable. Creo recordar que era una Zodiac y, si la memoria no me falla, el modelo era Gran Raid-Mark III; su suelo era de tablero marino desmontable, medía unos cuatro metros y pico y su peso sería de ochenta o noventa kilos; como no tenía coche tuve que alquilar un motocarro para llevarla al Rinconcillo y, ¡¡ menudo panorama !!: ahí me tenéis en la entrada del bloque, con una neumática desmontada, tres rellanos más arriba mi vivienda y, a mis pies, casi cien kilos ``en canal´´... Pienso que desde ese mismo instante comienza una relación, no muy venturosa, entre la embarcación y yo. ¿ Para qué contaros la odisea de subirla hasta el tercer descansillo ? Algunas almas caritativas se apiadaron de mí... Pero aquí no terminan los problemas, más bien empiezan: ¿dónde guardo la zodiac en el piso?; era una pregunta que, en mi inconsciencia, no me había planteado y que, en dicho momento, no sabía responder. Pensemos ahora en la recién casada: piso nuevo, muebles nuevos, ilusión total y ¡¡ el cataclismo que se le venía encima !! Cuando le dije que si podía guardarla, de forma provisional, en el comedor de los ``días de fiesta´´,  que era la habitación que menos se usaba, retorcido y sibilino razonamiento con el que quise convencerla, os lo juro, que no me puso el menor inconveniente: os he comentado varias veces, en capítulos anteriores, que siempre ha estado de mi parte y que, a pesar de su casi fobia por el mar, nunca puso la más mínima objeción respecto a mi deporte, al contrario, siempre me animó; ahí nos tenéis arrinconando mesa y sillas para hacerle sitio a la ``joya de la corona´´.
Bien, ya tengo la embarcación pero, para ir a pescar necesito algo más que los remos que trae, por cierto que fueron esenciales en muchas ocasiones para poder regresar a tierra, por lo que tenía que pensar en adquirir un motor. Compré un Jonhnson de 20 HP: si mi relación con la zodiac no fue muy buena, con éste, con el fueraborda, el divorcio fue total hasta tal punto que muy pronto estuve de nuevo pescando desde la costa; escalera arriba de nuevo y el motor al ``comedor de los días de fiesta´´; un carpintero me hizo un ``caballete´´, que también pasó a ``adornar´´ la habitación, y servía para sujetar el motor; en la casa había un perenne e indescriptible olor mezcla de goma y gasolina... Y me encuentro con otro problema: aunque la casa estaba relativamente cerca de la playa, para transportar la neumática necesito un remolque ``a mano´´; para acabar de arreglar el panorama, el mecánico, con menos luces que un murciélago, me puso las ruedas del remolque en un extremo, por esto el esfuerzo que tenía que hacer para levantar todo y moverlo era descomunal.
Todo no iban a ser desdichas: pronto encontré un local donde guardar todos `` mis tesoros´´; el comedor pasó a desempeñar su destino normal y los olores desaparecieron de la casa; pero cuando, con toda la ilusión del mundo inflé la zodiac, aparecieron nuevos problemas; ya sabéis que era de segunda mano, sinceramente ante mi ceguera por adquirirla, no me preocupé, ni mucho ni poco, de su procedencia: tenía más poros que el cedazo de un buscador de pepitas de oro...; resumiendo, en pocos días me hice un verdadero especialista en poner parches.
Hablar del motor es otra historia; fue un antagonismo total, no logro comprender las profundas diferencias entre él y mi persona: o no arrancaba y me dejaba tirado, o se paraba cuando iba navegando, o me hacía volver remando... Muy pronto me aburrí y me deshice de ella antes del año y pico, la vendí y volví a pescar desde la costa como siempre. Pero no os podéis imaginar, ¡¡con la ilusión con que la compré!! , la venganza que me tenía preparada con el transcurso de un par de años; os lo voy a contar: un día nos invitaron a Pepe ``el moro´´, a Manolo Rodríguez, alias ``el sordo´´, este compañero aparece por primera vez, y al que escribe a ir de pesca en una neumática; mi sorpresa fue mayúscula al encontrarme con mi antigua embarcación: ¡¡no me lo podía creer!!; no le dije ni una palabra a su actual dueño pero, si os digo la verdad, embarqué con cierto recelo pensando en que algo insólito iba a suceder; estábamos en pleno mes de agosto, calor sofocante, el Estrecho como un espejo, lugar elegido de pesca: la zona entre el Castillo del Tolmo y el cuartel de Arenilla, franja de la costa, por lo menos en aquella época, riquísima en variedad de posibles capturas; llegados al lugar y fondeado el barco, cada uno salió disparado, como suele ocurrir, hacia sus ``querencias´´; hicimos una gran pesquera y fui el primero en regresar a la zódiac; subí a bordo, me quité el equipo y me senté sobre un torpedo para esperar al resto del grupo; al cabo de un rato sentí una gran explosión y, sin saber cómo, me vi en el agua; aturdido, sin saber lo que había ocurrido, chapoteando, me di una purga de agua salada que he tenido limpio el estómago hasta hoy día...; lo primero que se me ocurrió pensar es que alguien había disparado desde la costa; al agarrarme a la neumática vi el torpedo rajado a todo lo largo: cuando me tranquilicé pensé que con el calor, los años que tenía, el hecho de no tener válvulas de seguridad..., había provocado el reventón; esa fue su postrera represalia después de las muchas vicisitudes que me había hecho pasar años antes.  ¿Para qué contaros cómo fue el retorno?: podéis echar al vuelo vuestra imaginación y, por mucha creatividad que tengáis, siempre os quedaréis cortos...
Paso a narraros una de las muchas aventuras que me hizo vivir:
                                        
      
  






                                           














Estas dos fotos son actuales; en la primera os muestro dónde se inició esta aventura; corresponde a los arrecifes del Campo de Golf lugar que escogí para ir a pescar dicho día; en aquella época era raro ver esos barcos anclados en la Bahía, por lo tanto están sobrando ahí; como era un día brumoso no se ve en la foto a Gibraltar.
Pero empecemos por el principio: aquel día me acompañaban dos buenos amigos; uno, Domingo Román, bellísima persona, pero no muy ducho en técnicas marinas y el otro José Alegre, en este tiempo pertenecía a la Orden Trinitaria, en la actualidad felizmente casado y gran amante de la pesca con caña o chambel; si ampliáis la foto veréis, en su parte derecha, tres o cuatro botes, lugar donde aproximadamente eché el ancla; normalmente, el día que iba sólo a bucear, no tenía por costumbre anclar el bote pues el botero estaba pendiente de mis indicaciones; es un buen lugar para  la pesca desde una embarcación como lo corrobora el hecho de que en la actualidad, lo véis en la fotografía, van a pescar a pesar de la contaminación. Tres factores van a intervenir en los hechos posteriores: el motor, el ancla y el viento de poniente que comenzó a soplar.
Me tiré al agua y comencé a pescar; no caí en el hecho, por falta de  costumbre, de que la zodiac estaba fondeada; al cabo de un rato arponeé un mero y tuve que necesitar el cocle: fui a llamar pero no vi el bote por ningún lado; en esto había comenzado a soplar viento de poniente que, en esta zona, es de tierra a mar; dándole a las aletas y sacando medio cuerpo fuera del agua  localicé la zodiac allá a lo lejos; cogí el fusil, dejé el arpón y el mero y ponte a nadar; a medida que subía el sol el viento arreciaba y, la zodiac, cual colchoneta, se alejaba más y yo, con los nervios, me iba cansando; menos mal que tuvieron la idea de ponerse a remar en contra del viento y, aunque no avanzaban nada, frenaron su singladura; muy cerca de la Mar de Isidro logré alcanzarla: extenuado, casi sin poder respirar, tuvieron que ayudarme para poder subir a bordo; la verdad es que me di cuenta ese día de la porquería de ancla que llevaba.
Las horas transcurrían y el motor no quería arrancar: cambié las bujías, las limpié pero nada de nada; ningún barco a la vista que nos pudiera auxiliar. En aquellos años sólo había dos buques de la Transmediterránea que unían Algeciras con Marruecos: el Virgen de Africa y el Victoria; en distintos momentos los dos pasaron muy cerca nuestra pues, a esa altura del día, ya estábamos en la mitad de la Bahía; muchos de los viajeros, al hacer buen tiempo, estaban en cubierta y, viendo las señas que les hacíamos, creían que les decíamos adiós, por lo que nos contestaban de la misma manera con el consiguiente ``mosqueo´´ por parte nuestra...
Con la caída de la tarde ya me veía enfilando Punta Europa en dirección al Mediterráneo o, lo menos peligroso, embarrancando en Gibraltar...
En estos momentos Domingo estaba bastante nervioso y no se le ocurre otra cosa que decirle a José : vamos a rezar un padrenuestro..., José, con la cachaza, con la calma y parsimonia del buen leonés, liando un cigarro, lo mira y contesta: Domingo, calla y rema..., momento que ha quedado grabado en mi mente y no he podido olvidar.
Con las últimas luces del día llegó nuestra salvación: a lo lejos vimos una traiña que venía en nuestra dirección; tomé un remo le até una camisa y me puse a hacer señas: pronto cambió el rumbo y se dirigió hacia nosotros. Todos los demás detalles los tengo presente en mi mente como si fuera hoy mismo: la subida de los tres a la traiña, el atar la zodiac a la popa, el nombre del patrón, Francisco Solivelles, el nombre del barco, nunca más apropiado: El Inesperado; el patrón iba solo y se dirigía a Ceuta para recoger a la tripulación y comenzar la noche de pesca; nos llevó hasta la misma playa del Rinconcillo perdiendo la ``hora prima´´ que son los primeros lances de la noche. Creo que no hace falta añadir nada más.....
La segunda foto está tomada desde la Ballenera: ¡¡qué bonita es mi Bahía de Algeciras!! ; quitemos esa cantidad de barcos que constantemente la están contaminando, por cierto que este día no había muchos, quitemos las mejilloneras y queda una maravilla... Vemos a Gibraltar con su típica ``montera´´ pues soplaba el viento de levante.
Bueno, el martes 18 marcho de nuevo a Sevilla a la consulta del cirujano que me dirá si me puede operar: ojalá sea así; la doctora oncóloga me ha dicho que, si es posible, la intervención sería a principio de enero.
Espero, si Dios quiere, estar a partir de la segunda mitad de dicho mes de nuevo con todos ustedes.

                                                       Hasta el próximo capítulo 
                   Pinchar en las fotos inferiores para ampliarlas.
          








EL REGRESO--Capítulo 24º



                                                                        



ÍN                                                                               MI     CANTO     A     LA     VIDA








                                                                      



                                                                   MI     CANTO     A     LA     VIDA
   

He querido enmarcar la frase con la que inicio este nuevo capítulo con esas bellísimas fotografías, le puedo poner ese calificativo pues yo no soy su autor y por lo tanto no peco de petulancia, que su creadora, mi sobrina Gema, me ha permitido incluir en estas memorias; eres capaz de darle vida, con algo que no la tiene como una cámara y unos negativos, a todo aquello que ves tras el visor; te doy las gracias pues esas seis fotos también son un `` canto a la vida ´´ que acompañan a mi propio canto...
Al decir que son bellísimas no he sido capaz de valorarlas pues mi opinión se ha quedado corta: de ellas se desprende el espíritu, el alma, el aura, el hálito, de lo que has querido captar, que no es el simple paisaje, sino lo que ``está detrás´´ y que no se puede representar en un simple papel y unos colores..., y tú lo consigues.
En ellas veo, y no lo achaques al especial estado de sensibilidad en el que actualmente vivo, la fuerza, el vigor de la vida, la tranquilidad después de días tormentosos, el sosiego, la paz de espíritu, el deseo de vivir batiendo alas y ese atardecer que representa el transcurso de la existencia.
Las seis fotografías son de mi Tierra, de mi Estrecho, de mi Tarifa, de mi playa de Los Lances, lugares donde, como dice tu tía Idita, he tenido relaciones muy íntimas,  durante más de cincuenta años, con mi otro amor: el mar...
Gracias, Gema, por dedicarle ``al vagabundo de la isla verde ´´ la preciosa foto que hiciste de esas ruinas del cuartel de la `` Cañá del Peral´´ : si hermosa es la imagen, lo que dices en dichas líneas me ha llegado a emocionar: veo la foto y  con la Torre de los Canutos en lo alto del monte a la espalda, mi mente vuela y, con la mirada puesta en el mar, pienso en aquellas naves sarracenas intentando invadir Al-Ándalus.
Animo a mis familiares, a mis amistades, a los seguidores y simpatizantes de estas memorias a que entren en el blog: madelfotografía, donde la poesía no necesita escribirse sino que está en la imagen y su rima asonante o consonante son los colores; también os recomiendo que pinchéis en una foto y entréis en la galería: es una verdadera gozada para los sentidos...
Estaréis pensando que, después de más de dos meses y medio de ausencia, es una forma algo atípica de iniciar mis relatos y mi contacto con vosotros: pero, como dice la canción, algo ha cambiado dentro de mí y desde hace semanas me he propuesto que todo lo que haga, incluidas estas memorias, sean `` mi canto a la vida ´´...
Seguid leyendo y lo comprenderéis.

 
EL     REGRESO
Aquel día, 30 de julio de 2012, amaneció como suele hacerlo en nuestra Bahía: viento en calma, pequeña lucha entre el poniente y el levante para ver quien dominaba durante el día, cielo azul intenso, todo hacía presagiar una jornada bonancible y calurosa, muy propia para los amantes de la playa; con la bendita rutina de hace muchos años, a las seis y media en pie, en invierno lo hago más tarde, aseo, equipo de deporte puesto, sólo agua para hidratarme, suelo desayunar cuando regreso, y dispuesto a hacer los doce kilómetros diarios; como comprenderéis no voy corriendo, mi edad no me deja, pero sí llevo un trote ``gorrinero´´, muy propio de la legión..., incluido los movimientos de los brazos.
En mi recorrido diario, que no cambio desde hace muchos años pues la mayor parte de él transcurre junto al mar, a veces me llevo la sorpresa de percibir, entre la mezcla de olores a gasóleo, petróleo y aguas fétidas..., antiguos conocidos aromas a algas y bajamar  que una brisa fresca me trae desde la cercana orilla.
Todo se desarrollaba con absoluta normalidad hasta que sentí, a la altura del antiguo Club Náutico, el primer dolor: soy un poco duro y no le di mucha importancia...
¡¡ Qué peculiares somos los seres humanos !! Todo lo malo le pasa a los demás a nosotros no: quizás sea una coraza psicológica con la que protegernos y de esa forma hacer la vida más llevadera...
Seguí unos cientos de metros más pensando, ¡ qué optimista !, que podía ser una sobrecarga muscular; no pude continuar y con el móvil llamé a un taxi y para casa.
A partir de aquí todo se precipitó: me había dado una trombosis que me afectaba a las dos piernas y parte inferior del cuerpo. Todo el mes de agosto en una cama del Hospital Punta Europa de Algeciras, medio septiembre en el Hospital Madrid de la capital y ahora sigo el tratamiento en el Sagrado Corazón de Sevilla; diagnóstico: un tumor maligno, un cáncer, era el causante de la trombosis pues al desarrollarse estaba oprimiendo a la vena cava e impedía la correcta circulación de la sangre.
Me parece mentira que, sólo quince días antes, en el capítulo 18, estaba brindando con vosotros por mi septuagésimo cumpleaños: siento como si hubiera pasado una eternidad; no sé si soy algo `` brujo´´ pero al volver a leer el capítulo 21 en sus primeras líneas, tengo la impresión de que mi organismo estaba vaticinando algo...
Acabo de tener una idea: como en el desarrollo de estas memorias de pesca submarina, para no ser monótono, he ido mezclando diversos temas, he pensado escribir unas líneas relatando mis vivencias en el hospital. Os adelanto algo: tengo total y absoluta confianza en la doctora oncóloga que me está tratando, Dª María Valero Arbizu, cuando escriba mis experiencias hospitalarias os hablaré de ella.
Otro adelanto: quiero nombrar también a las dos personas encargadas de mi proceso de quimioterapia Rafa y Bea, también he de dedicarle unas líneas.
Y, a vosotros, mis amigos y lectores, os prometo una cosa: voy a seguir escribiendo con la misma pasión, la misma ilusión, con la misma vehemencia, con el mismo entusiasmo que hasta ahora pues, mis circunstancias actuales, no van a hacer que varíe un ápice mi amor por dicho deporte y por lo que quede por escribir de estas memorias. Lo que, posiblemente, tenga que espaciar algo es su escritura ya que tengo que recibir varios ciclos de ``quimio´´; ¡ah!, ya me han dado un ciclo: así que si encontráis entre líneas algún pelo es que ya han comenzado a caerse y si observáis alguna manchita húmeda encima de alguna palabra, como dice María Dolores Pradera en una linda canción, yo también soy una persona de carne y hueso, y se me habrá escapado alguna lágrima...
Bien, vamos ahora con un nuevo día de pesca.
  
                                                                              UN DÍA EN LAS AZOFEAS   












 

Como la mayoría de las tardes de los viernes me encaminé hacia la aduana para esperar a Felipe y a Reguera; me iba un buen rato antes pues, ver la llegada de los barquitos en los que venían los trabajadores de Gibraltar, tenía cierto encanto para mí; el bullicio que se formaba en el salón de la aduana mientras los recién llegados pasaban el registro preceptivo ante aquellos viejos mostradores de madera y la mescolanza de olor a tabaco en ``cuarterones´´ y café ``el cafetero´´, es algo que no he olvidado con el paso de los años.
Casi sin darnos las buenas tardes ya estábamos hablando de pesca submarina, del tiempo que haría al día siguiente y de dónde íbamos a ir; quedamos a las siete de la mañana para ir a Paloma Baja.
Al anochecer me llamó Felipe informándome de que Reguera, que era el motorizado, estaba indispuesto y no podía ir de pesca; le comenté que yo llamaría a Juan, el del motocarro, y que nos llevaría al Faro; tenía unos ``portes´´ apalabrados pero accedió a llevarnos a primera hora y luego recogernos por la tarde.
Sinceramente, Felipe y yo, como comprobaréis por las fotos, no echamos de menos a Paloma Baja, por lo menos ese día; a veces me pregunto el porqué de tener que ir tan lejos si lo teníamos todo tan cerquita: misterios de la mente humana.
Nuestro día en Las Azofeas fue de fábula; pescamos muy relajados, sin marea, agua como un cristal, con el convencimiento de que bajo cada piedra, en cada cueva, había una buena pieza...
Este convencimiento, esta certeza, esa evidencia de que el día iba a ser fructífero, por lo menos en aquella época, la tenía nada más meter la cabeza bajo agua: era algo impalpable, algo inmaterial, algo intangible, algo que se podía ``leer´´ en el color del mar, en sus irisaciones..., no sé cómo explicarlo, algo que me ``susurraba´´ el mar pues ya había pasado muchas horas en un profundo abrazo con él...
Ahí tenéis a Felipe con la pesca de ese día en las Azofeas; también veis una foto de dicha pesquera; como me habían nombrado fotógrafo oficial de la peña, no lo estaba haciendo muy mal, ocurría frecuentemente que, con las prisas, mi figura no quedara ``inmortalizada para la posteridad´´...; además ese día tuve que subir a las ``cabrerizas´´, en la parte alta del monte, me tocó a mí, para buscar un mulo que nos llevase la pesca hasta el Faro pues no habíamos quedado con el ``costero´´: el premio fue un sabroso tazón de leche, recién ordeñada, que me quitó todo el cansancio acumulado durante la jornada.
Hace tres o cuatro días, con el deseo propio de una persona que ha pasado dos meses y pico en el hospital, quise respirar el aire, más o menos puro, del Faro y sus alrededores; no os he comentado que estoy en Algeciras: es así ya que la doctora, viendo que había soportado muy bien el primer ciclo de quimioterapia y que los efectos secundarios habían sido mínimos, me dijo que me viniese para casa hasta el inicio del segundo ciclo que será dentro de unos días; así que, con el consiguiente ``mosqueo´´ de la familia, cogí el coche y me fui para Punta Carnero; aparqué en una explanada que está muy cerca de la vaguada por donde se baja hasta la costa: sinceramente me costó pues mi estado de forma, como comprenderéis, no es el óptimo..., pero lo pasé muy bien, incluso hice alguna foto; en la primera veis los arrecifes de las Azofeas: aquel día lo máximo que nos alejaríamos de ellos serían unos trecientos o cuatrocientos metros; si os fijáis en el derrumbe de piedras que se ve en la foto, ese es el lugar donde cincuenta años atrás hice las de Felipe y la pesquera: el tiempo, los temporales y la erosión han dado sus frutos...
No pude contenerme y también hice una toma de algo tan emblemático como es el Faro de Punta Carnero testigo mudo de mil y un día gloriosos en la práctica de nuestro deporte.
Espero estar pronto con ustedes en un nuevo capítulo, si me retraso ya sabéis las causas.
                                                              
                                                               ---HASTA EL PRÓXIMO CAPÍTULO.
                                                               ---ABRIR GALERÍA DE FOTOS.