BREVE PARÉNTESIS-- CAPÍTULO 23º

El autor de estas líneas se encuentra en estos momentos ausente por motivo de enfermedad. Espera no obstante volver muy pronto con todos ustedes.

Hasta el próximo.

NOTA-- CAPÍTULO 22º








Hola, apreciados amigos/as: llevo varios meses en contacto con ustedes con motivo de estas memorias; primero quiero agradeceros el cariño con que la habéis acogido, su lectura lo demuestra, y luego quiero deciros por qué me dirijo hoy directamente a vosotros: en mi vida he estado enfermo, he tenido que esperar a cumplir setenta años, para ponerme; estoy de médicos y haciéndome pruebas de todos ``los colores´´ por lo que no me queda mucho tiempo libre. Ganas de seguir más que al principio...
Espero, ojalá así sea, estar dentro de pocos días de nuevo escribiendo. Gracias y un abrazo de Juan Manuel.
                                                                                              HASTA EL PRÓXIMO

INGENIO-- CAPÍTULO 21º










                                                                                                                                                      







                                              
                                                                                                           
                                                                                                                     INGENIO
Hoy voy a comenzar diciendo que me encuentro con el ánimo un poco alicaído; llevo varios días, lo habréis notado, hasta con pocas ganas de escribir y he espaciado el tiempo entre un capítulo y otro; creo que el ``bajonazo´´ lo sufrí cuando leí en un libro la palabra ``septuagenario´´, sep-tua-ge-na-rio, que me sonó como una deflagración mental y encima, unas líneas más adelante, me encuentro con el sinónimo ``setentón´´, este último vocablo, de pronunciación y percepción sonora horrible, hizo que los ``palos del sombrajo´´ cayesen sobre mí; puede ser psicológico o no, vaya usted a saber, pero lo cierto es que, si te pones a pensarlo, comienzas a descubrir achaques de toda clase: físicos y mentales. Bueno, superado este trance, vamos a lo que nos interesa.
Una tarde, a principio de los años sesenta, me llamó Felipe y me dijo, con mucho misterio, que quería enseñarme algo; quedamos en vernos y apareció con unos papeles en los que había dibujado unos esquemas y planos que yo, en un principio, no entendí; cuando me dio a conocer lo que aquello significaba le mostré mi incredulidad: quería fabricar una carcasa para la máquina fotográfica y poder hacer fotos submarinas; he de deciros que era un verdadero ``manitas´´ y pronto me convenció de que el proyecto era viable e hice lo único que estaba en mi mano: animarle; en aquella época él trabajaba en Gibraltar, en el Arsenal, donde encontró materiales de desecho para construir lo que contempláis en la primera foto; sinceramente no era de muy cómodo manejo, también muy pesada, difícil de encuadrar..., pero se las ingenió, de ahí el título de esta página, y consiguió lo que deseaba: hacer fotos debajo de la superficie del mar; de esta forma pasé a ser, por vez primera en mi vida, fotógrafo submarino; digo por primera vez ya que, dos décadas más tarde, me hice cameraman al  comprarme una eumig-naútica super8 que pronto arrinconé pues lo mío era la pesca. 
En las otras dos fotos observáis los resultados: no está nada mal para los años que eran y los medios tan rudimentarios de que disponíamos; en la última se ve la cámara de moto que nos servía de boya, pinchada como en más de una ocasión os he comentado que ocurría y cargada de arpones de repuesto; en su parte inferior izquierda podéis ver, algo oscuro, un arpón doblado lo que confirma aquello que os decía de su mala calidad.  
Lo que os voy a narrar a continuación os va a causar gran extrañeza: a cuenta de la cámara submarina tuvimos algún que otro problema con números de la guardia civil que no nos conocían y que prestaban su servicio de vigilancia en la costa; en aquellos años, debido a las circunstancias mundiales y nacionales, además que esta costa del Estrecho siempre ha sido muy conflictiva, estaba prohibido sacar fotos, esquemas... etc, de la costa y menos aún debajo agua: una vez por poco nos declaran casi espías pues el número de la Benemérita que estaba de servicio en la zona donde fuimos a pescar, lo recuerdo bien: la Cañada del Peral, había llegado destinado el día anterior a la casa cuartel y era su primer servicio; todo normal, nos pidió los permisos de pesca..., pero al ver el ``artefacto´´ y decirle nosotros lo que era y para lo que servía, nos llevó, casi detenidos, al cuartel; menos mal que los demás compañeros y el comandante de puesto deshicieron el entuerto. 


                                                                               DE TABACO Y CONCURSOS



                                                                                 

















Cuando llevéis leídas unas líneas de este apartado os daréis cuenta de las causas que motivan dicho título.
En la primera fotografía me veis fumando: sí, no lo niego, fui un gran fumador durante algunos años; hasta tal punto que, en la boya, llevaba un tarro hermético de mermelada, ya sabéis de dónde provenía, que me servía para guardar los cigarrillos y el mechero; cuando me daba ``el mono´´, anclaba la cámara, colgaba el fusil y salía disparado hacia la costa o hacia un arrecife cercano con el tarro en la mano...; pero un día me planteé o pesca o tabaco: desde hace cerca de cincuenta años no lo he vuelto a probar, gracias a Dios pudo más el deporte; no hizo falta pastillas, en aquel tiempo no existían, ni psicólogos, ni acupuntura..., sólo algo de voluntad y un mucho pensar en mi deporte.
Quiero ahora dedicarle unas líneas a los concurso de pesca submarina en dicha época; primero os diré que existían en Algeciras dos sociedades federadas de pesca: El Mero y la sociedad de caza y pesca La Oropéndola, ésta última más dedicada a lo primero que a lo segundo, por lo menos en aquel entonces. Los concursos solían celebrarse con motivo de las ferias y también en unas fiestas menores, llamadas verbenas, que las distintas barriadas celebraban, se pueden citar algunas de ellas por su popularidad: la verbena de la Villa Vieja, la de los Pescadores, la del Tropezón, la de la Bajadilla... Como es lógico, los más importantes, los de mayor repercusión, tanto regional como provincial, eran los que se disputaban con motivo de la semana de Feria, tanto de Algeciras como los de la ciudad de la Línea.
Sinceramente yo no era muy partidario de los concursos: el hecho, hablo por mí, de competir me parecía, repito que es mi opinión personal, que le restaba cierto encanto al deporte por ir uno más ``acelerado´´... De todas forma participé en varios con distinta suerte. Voy a recordar tres:
El primero de ellos se celebró en el verano de 1958 patrocinado por la sociedad El Mero; fue un concurso regional con asistencia de pescadores, además de Algeciras, de la Línea y Gibraltar; recuerdo, con claridad meridiana, dicho concurso por dos motivos: en primer lugar por el nombre que le pusimos, concurso Copa Netol pues el trofeo ya estaba amarillo antes de entregarlo, hay que comprender que las arcas de la sociedad no estaban muy boyantes: el principio del concurso se daba tirando una piedra al mar, por parte del directivo que nos acompañaba... Se celebró en las Azofeas, con una ``ponientá´´ de muerte, sin trajes de goma, y la única captura fue una urta que arponeó Jesús.
El segundo motivo para el recuerdo de dicho concurso, de ello ha tomado nombre este apartado, de tabaco y concursos, fue a causa del mayor ``corte´´ que me he llevado en la vida: estábamos conversando Felipe, Jesús y yo y, cerca nuestra, los participantes de Gibraltar; uno de ellos, sería tan empedernido fumador como yo, saca una cajetilla de tabaco turco abdullah, no se me ha olvidado ni la marca, lo enciende y el viento me trae el aroma..., yo no tengo otra cosa que decirle a mis compañeros, olvidando que los gibraltareños hablan y entienden perfectamente el español, a ver si este ``hij....a´´ es capaz de invitarme a uno..., no he terminado de hablar cuando saca la cajetilla y, viniendo hacia mí, me dice muy amablemente, ofreciéndomela, que cogiese los que quisiera..., todavía estoy buscando un boquete.
Otro concurso fue en la Ballenera: vuelta a tirar la piedra al agua desde lo alto de la loma y comienza el concurso; era local y el patrocinador la misma sociedad; aparte de otras piezas, se capturaron dos buenos ``burros ´´, uno por Bernardo y el otro por mí. Al llegar a los locales de la sociedad el presidente nos dice que le regalásemos uno al alcalde y el otro al gobernador militar, era muy patriota por lo que se ve..., yo le contesté que ese mero se lo comía mi familia; a partir de ahí comenzó una guerra fría entre los dos, me dio de baja y me denunció a la comandancia por no estar federado..., lo que no sabía el pobre hombre que yo también era socio de La Oropéndola.
Un par de años más tarde el ayuntamiento de la  Línea organizó, por la Feria y Fiestas, un concurso con carácter provincial al que asistieron pescadores de Gibraltar, La Línea, Ceuta, Algeciras, Tarifa, Cádiz: estuvo muy bien organizado; embarcamos en un barco de pesca en el pantalán y pusimos rumbo a la ensenada del Tolmo, un día magnífico, de suave brisa de levante, aguas claras y dos horas largas de travesía pues teníamos que cruzar toda la Bahía y, desde el Faro al Tolmo,  también hay un buen trayecto. Os recuerdo que la feria de la Línea se celebra en el mes de julio y, por lo tanto, el fondo del mar era una explosión de flora; llegamos, se fondea el barco, y antes que nada cargo el fusil y lo tiro al agua..., todo el mundo se queda asombrado por mi acción y yo al momento pienso igual: adiós al fusil; hoy día sigo pensando cómo se me ocurrió aquello y la suerte de no perderlo; pero hay más: nada más tirarme al agua, posiblemente el último, para mí prepararme siempre ha sido como un rito, veo el azul del tubo entre las algas y, al cogerlo, a menos de un metro la cabeza de un ``burro´´: de tal forma que tuve que retroceder para poder arponearlo; a la postre fue la pieza mayor del concurso; la mayoría de los participantes se habían dispersado lejos del barco: yo pesqué en un radio de unos cien metros alrededor de él, entre doce y quince metros de profundidad, y me llevé, como os he dicho el premio a la pieza mayor y también el primer premio en cantidad. 

                                                                         Hasta el próximo.
---Podéis abrir la Galería de fotos.