Os voy a resumir las sensaciones experimentadas dicho día: agua gélida, azul, fuerte corriente, bosques de posidonias, nacras, rayas pastinacas...
Lo habíamos decidido: por fin íbamos a atravesar ``el correntín´´; así bautizamos, por motivos obvios, que más adelante os explico, a la distancia que separa la costa del islote; bañador, fusil, aletas (¡ojo! las ``aletitas´´ de aquellos años...) , careta, tubo, algunos con el jersey, otros ``a pelo´´ y talega con algunas piedras por cinturón..., una verdadera aventura.
Cuando nos despegamos del amparo de las piedras y de los arrecifes de la costa, del bofetón que nos dio la corriente por poco nos saca las caretas, comenzó la desbandada, una huida hacia adelante, levantando más espuma con las aletas que los rebaños de ñus al atravesar el susodicho río; íbamos cinco pero, por el ``espumerío´´, debía parecer un regimiento; no, no era el día más indicado: había comenzado la bajamar con el consiguiente aumento del tiro de marea, el coeficiente debía de ser bastante grande, en esta época no teníamos ni idea de estos factores, y encima, por la orografía del lugar, se producía un estrangulamiento entre la costa y la isla, lo que daba origen a un verdadero río...; el viento, no muy fuerte, era de poniente por ello el agua estaba muy clara, muy fría y potenciaba la velocidad de la marea.
De pescar ni soñarlo: nos pudimos dar por satisfechos en lograr subirnos a los arrecifes; de llegar a la isla, de la que nos separaba escasamente unos cientos de metros, ni intentarlo; allí estábamos encima de un arrecife, ateridos y morados de frío, acurrucados los cinco, sin lograr reaccionar pues el fresco del viento y las salpicaduras de las olas impedía que entrásemos en calor...; a todo esto hay que añadir el sinsabor de no haber conseguido llegar a nuestra deseada meta; entre el castañeo de dientes y la tiritera de frío sólo lográbamos decir: ¡¡ vaya corriente !!, ¡¡ vaya ``correntín´´ !!; desde este momento, y para la posteridad, pasó a llamarse dicha zona ``el correntín´´... En años posteriores pudimos comprobar la riqueza de estos arrecifes y de toda la zona que rodea a la Piedra de las Palomas.
También guardo otros recuerdos de ese día: el fondo cercano a la costa es muy pedregoso y, a medida que te alejas de ella, va descendiendo hasta los ocho o diez metros, transformándose en un fondo arenoso totalmente alfombrado por un manto de posidonias, ¡¡ una gozada para contemplar !!, donde sobresalían decenas de hermosas nacras y, por lo que observé, era el ``reino´´ de las rayas pastinacas, nosotros las llamábamos ``chuchos´´, pues las había casi formando piaras..., ¡¡ en mi vida he visto tantas juntas !!; posteriormente llegué a pensar que, debido a las características del lugar, podía ser una zona de reproducción; con el paso de los años las posidonias, las nacras y las rayas desaparecieron..., por favor, que ciertos defensores de la naturaleza no culpen a los que practicamos este deporte pues yo he sido testigo de los sacrilegios que se han cometido, y se siguen cometiendo, en esta región, contra todo lo que tenga que ver con el medio ambiente: se ha profanado y pisoteado con el beneplácito de todo aquel que podía evitarlo...
Os preguntaréis, ¿ y la cueva de los borriquetes ? : tranquilos que primero tenemos que llegar a la isla y el primer intento ha sido fallido. Del regreso a la costa mejor no hablar: pero nos impulsaba el deseo de estar junto al calor de la hoguera y saborear el buen té moruno, con mucha azúcar, que nos hacía reaccionar.
La segunda tentativa tuvo éxito: era un día de suave levante, por lo tanto las aguas estaban mucho más cálidas, tuvimos la suerte de coger el reparo de la marea pues no había ninguna y pisamos muy pronto la isla casi sin esfuerzo; el hecho de estar en ella hizo que casi nos olvidásemos de la pesca; la recorrimos de norte a sur y de levante a poniente; os diré que su suelo es muy escarpado, difícil de caminar, con numerosas cuchillas pero tiene la gran ventaja que podías encontrar abrigo para tomar el sol y entrar en calor; esta isla continúa en un soberbio arrecife sumergido en dirección a la costa africana, interrumpiéndose a veces en bancos de arena hasta llegar al conocido Bajo de la Perla, del que ya os he hablado; todo esto lo fui conociendo con el paso de los años.
El fondo marino que la rodea es muy agreste y abrupto; estuvimos de inspección a su alrededor, muy cerquita de ella, admirando la riqueza de su flora y fauna; de verdad es que casi olvidamos los fusiles ante la emoción que sentíamos por estar allí; en tan poca agua, sólo cogimos tres meritos ``tomateros´´, de cuatro o cinco kgs. y dos buenas lubinas.
En la tercera visita fue cuando vimos por primera vez a la que bautizamos como ``cueva de los borriquetes´´; si observáis la foto de la isla, en su pico exterior y unos cuarenta metros de distancia de ella, ahí está situada la entrada superior de dicha caverna; esta entrada, a una profundidad de seis o siete metros, es un boquete casi circular de un metro y pico de diámetro, que continúa por una especie de chimenea que va bajando y ensanchándose; he llegado a pensar que podían ser antiguas rocas volcánicas en cuyo interior se había quedado una burbuja; es un promontorio o farallón que sube desde el fondo, a unos doce metros de profundidad, hasta unos cinco o seis metros de la superficie; situándonos en su entrada superior, toda la parte derecha es maciza sin ninguna oquedad y la parte izquierda también es compacta pero, a medida que descendemos, se va abriendo una hendidura; justo frente a la entrada superior se abre la otra abertura, más bien grieta, muchísimo más amplia que la primera; ambas están a una distancia de unos seis metros; ¡¡ quién me iba a decir a mí que, con el paso de los años y la experiencia, entraría por la parte inferior y saldría por la superior...!! De ello ya tendremos tiempo de hablar, sigamos con aquel día.
El motivo de su descubrimiento fue aquel cardumen de hermosísimos borriquetes que nos llevó hasta la entrada de su ``mansión´´: de ahí deriva el nombre que le pusimos; no he visto peces más ``amigables´´, casi los podías tocar con la mano, de tal forma que capturamos cinco, el más pequeño con unos tres kg., fuera de cueva...; cuando llegué a la entrada superior y vi aquella oscuridad, hasta algunos años después no supe lo que era una linterna submarina, hacía un poquito de mar de fondo, muy poco, pero lo suficiente para producir el efecto de succión y, todo esto unido, produjo en mí cierta aprensión y recelo.
Con los años, las linternas, el traje de goma y la experiencia...todo fue cambiando; el bando de borriquetes disminuyó y los moradores más deseados de la cueva pasaron a ser meros, abadejos, urtas y tachanos; estos últimos también fueron paulatinamente desapareciendo; entrábamos por la parte inferior y llegábamos a la parte central que es la más amplia: allí encendíamos la linterna, la llevábamos apagada para evitar asustar a los peces, e iluminábamos los recovecos a nuestra derecha e izquierda, lugares donde solían refugiarse; si disparábamos, los arponazos normalmente eran en zonas vitales, salíamos por la parte de arriba y vuelta a empezar para sacar la pieza.
La foto de los meros, ¡¡ vaya con la maravillosa distribución en que los puse, tapándose unos a otros !!, corresponde a una jornada de pesca en dicha Isla y sus arrecifes; salimos desde la costa y pescamos en el citado lugar; los dos meros superiores son de `` la cueva de los borriquetes ´´. Aquel día estuvimos pescando Pepe `` el Moro ´´ y yo.
6 comentarios:
Unknown
25 de julio de 2013, 4:00
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¡¡Hola Juan Manuel!!, mi nombre es Pepe Díaz, creo que no me recordarás, tuve la gran suerte de vivir algunas jornadas de pesca contigo por ser amigo de Borys, primo de Miguel Alvarado, a las que venía Paco ``Borrego´´. Por aquellos años, los setenta y muchos, yo estaba haciendo la mili como buceador en Tarifa, donde la hizo Juanini (Juan Hernández Luque), que también recordarás.
Bueno, después de las presentaciones, ante todo desearte lo mejor para que recuperes pronto tu ``trote cochinero´´.
Sobre el Bolg, solo decirte que lo vi por casualidad ayer por la tarde en el trabajo y me quede enganchado hasta leerlo de ``pe a pa´´, ``IMPRESIONANTE DOCUMENTO´´, no lo dejes, son tantos los matices que describes que me hacen sentir que vuelvo a tener veinte años y no los cincuenta y seis que cumpliré en septiembre. ``UN MILLON DE GRACIAS JUAN MANUEL´´
Juan Manuel
31 de julio de 2013, 11:43
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Para José Luis Díaz:
Después de saludarte te diré que ando``estrujando´´ mis
neuronas intentando recordar quién eres;tenemos compañeros
y amigos comunes,jornadas de pesca juntos:ante esto tengo la sensación de que estoy perdiendo facultades;no compren-
como soy capaz de olvidar algo relacionado con nuestro de-
porte.Hace algún tiempo que no coincido con los amigos que
me nombras,especialmente con Paco Borrego:espero que siga disfrutando de su Guadalmesí.
No voy a negar que me he sentido halagado ante los piropos
que le dedicas a estas memorias,lo contrario sería ser un
falso, pero las gracias no me las tienes que dar a mí:se las das a nuestro bendito deporte que tantas maravillosas
vivencias nos ha proporcionado a lo largo de la vida.
Pepe Luis ¡¡son ya veintinueve capítulos!!, ya van quedan-
do pocos.
Un abrazo de Juan Manuel.
Unknown
21 de agosto de 2013, 10:24
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Buenas Juan Manuel!!En primer lugar te felicito por todo ...desde las fotos, hasta el estilo de escribir pasando por las vivencias. Ademas decirte que a un amigo y a mi nos gustaria conocerte en persona y exar un rato..somos de la zona y nos resultaria muy grato.
Un saludo Fran.
Juan Manuel
22 de agosto de 2013, 11:40
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Hola Fran: también a mi me agradaría conoceros y pasar una velada cambiando impresiones sobre nuestro deporte. Sólo es cuestión de ponernos de acuerdo; como veo que habéis leido
estas memorias, ya sabéis el estado en que me encuentro: dentro de unos días tengo que hacerme algunas pruebas y pasar la segunda revisión. Os agradezco los elogios.
Un saludo de Juan Manuel.
Lucas
25 de agosto de 2013, 5:15
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Juan Manuel, ni te conozco - aunque tengo que preguntarle a mi padre porque nacio en el mismo año que tú en la plazoleta San Isidro - y ni siquiera he hecho nunca pesca submarina, pero tengo que decirte que me leido tu página de cabo a rabo y he guardado la mayoría de las fotos, ya que me encantan las fotos antiguas de Algeciras y las tuyas son preciosas, olvídate de calidad fotográfica o encuadres... lo que cuenta es el recuerdo imborrable de una época y zonas las cuales en muchas de ellas son ya irreconocibles. Tú pagina y tus recuerdos son preciosos y en muchos tramos debo reconocer me he emocionado... espero sigas compartiendo con todos nosotros estos momentos, conmigo ya tienes un seguidor incondicional !!
Unknown
7 de noviembre de 2013, 4:47
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Hola Juan Manuel, seguro que no nos conocemos pero me ha emocionado mucho los relatos que cuentas de esa aficcion y esa costa, pues mi padre que aunque ya no vive me los enseñó , seguramente a el si lo conociste, se llamaba Luis Macías de la Villa vieja. Y era amigo de Paco Borrego es muy bonito conocer a mas gente que valora también esta aficcion, gracias por tu relato. .. Luís Macías júnior
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