
EL PARAISO PERDIDO
No, su agonía no comenzó con la construcción del muelle exterior ni mucho menos: se había iniciado antes, muchos años antes; los primeros estertores de su degradación empezaron allá por la década de los ochenta cuando, sin la protección de una depuradora, se decidió hacer los vertidos urbanos en dicha zona; fue una muerte anunciada, imparable e irreversible que, con el transcurso del tiempo, se extendería a otros lugares de la Bahía.
En un capítulo anterior os he dicho que no estoy en contra del progreso, que el momento actual es muy diferente al de hace medio siglo y que el ser humano tiene que avanzar; pero lo cortés no quita lo valiente y he sido testigo de las muchas barbaridades que se han cometido en aras de dicha prosperidad.
En estas primeras fotos he querido representar un antes y un después:
La primera es una preciosa foto, por lo menos así me lo parece a mí, de la Isla Verde; está hecha desde el Hotel Cristina y en ella podemos apreciar una hermosa perspectiva de la bahía; justo debajo de la puerta que se ve entre las palmeras, estaba la playa El Chorruelo de la que ya os he hablado; todavía no se habían erigido los antiguos astilleros, no estaban los tres primeros tanques de Campsa, tampoco se había pensado en el relleno por lo que no existía el trenecito de las canteras; se ven los dos ramales del rompeolas: el brazo sur sigue tal como estaba en dicha época y el brazo norte que, con el paso de los años, sufrió varias ampliaciones; sobre éste último, a la izquierda, se observa un punto negro que es una vieja grúa a la que llamábamos Titán y que nos servía, a los más jóvenes, para practicar la escalada con el consiguiente peligro para nuestra integridad física; no podía yo imaginar que años más tarde la usaría como referencia para encontrar piedras en los arrecifes exteriores.
A veces, con ocho o nueve años, cuando ya me había bañado, me iba al puentecito para ver pasar los peces; las aguas azules, transparentes, cristalinas, emborrachaban mi visión; los delfines entraban por la bocana norte del rompeolas, nadaban por el puerto y luego, al pasar por debajo del puente, me hacían reír con sus saltos y cabriolas y salían jugueteando por la bocana sur, ¡¡sí!!, frente a la rampa por donde ahora echamos las neumáticas...
También llamaban mi atención unos peces grandes, majestuosos, con cansino nadar entre dos aguas; un día unos pescadores de caña me dijeron su nombre: corvinas.
En la segunda foto vemos lo que existe hoy día en el lugar por donde iba el puentecito.
Las dos fotografías inferiores demuestran el gran contraste entre una época y otra y también reflejan las notables diferencias.
LA HIGUERITA
En un capítulo anterior os he dicho que no estoy en contra del progreso, que el momento actual es muy diferente al de hace medio siglo y que el ser humano tiene que avanzar; pero lo cortés no quita lo valiente y he sido testigo de las muchas barbaridades que se han cometido en aras de dicha prosperidad.
En estas primeras fotos he querido representar un antes y un después:
La primera es una preciosa foto, por lo menos así me lo parece a mí, de la Isla Verde; está hecha desde el Hotel Cristina y en ella podemos apreciar una hermosa perspectiva de la bahía; justo debajo de la puerta que se ve entre las palmeras, estaba la playa El Chorruelo de la que ya os he hablado; todavía no se habían erigido los antiguos astilleros, no estaban los tres primeros tanques de Campsa, tampoco se había pensado en el relleno por lo que no existía el trenecito de las canteras; se ven los dos ramales del rompeolas: el brazo sur sigue tal como estaba en dicha época y el brazo norte que, con el paso de los años, sufrió varias ampliaciones; sobre éste último, a la izquierda, se observa un punto negro que es una vieja grúa a la que llamábamos Titán y que nos servía, a los más jóvenes, para practicar la escalada con el consiguiente peligro para nuestra integridad física; no podía yo imaginar que años más tarde la usaría como referencia para encontrar piedras en los arrecifes exteriores.
A veces, con ocho o nueve años, cuando ya me había bañado, me iba al puentecito para ver pasar los peces; las aguas azules, transparentes, cristalinas, emborrachaban mi visión; los delfines entraban por la bocana norte del rompeolas, nadaban por el puerto y luego, al pasar por debajo del puente, me hacían reír con sus saltos y cabriolas y salían jugueteando por la bocana sur, ¡¡sí!!, frente a la rampa por donde ahora echamos las neumáticas...
También llamaban mi atención unos peces grandes, majestuosos, con cansino nadar entre dos aguas; un día unos pescadores de caña me dijeron su nombre: corvinas.
En la segunda foto vemos lo que existe hoy día en el lugar por donde iba el puentecito.
Las dos fotografías inferiores demuestran el gran contraste entre una época y otra y también reflejan las notables diferencias.
LA HIGUERITA
Antes de comenzar este apartado quiero expresar mi agradecimiento a Víctor Tierra, hijo de mi amigo Jesús, por haberme proporcionado estas fotos antiguas que tienen un gran valor para mí; en la primera vemos, además de los actores, la higuerita: una palabra que tuvo mucho significado para nosotros en aquellos años; decir ``la higuerita´´ era imaginar pesqueros de ensueño, maravillosos, casi irreales...
Fue como un icono, algo a lo que se le profesa devoción, respeto, algo querido, cuyas ramas escucharon mil aventuras submarinas proferidas por bocas cuyas palabras tiritaban de frío; me sentía seguro bajo sus ramas, para mí era como un manto protector y creo que hasta me daba suerte. Supongo que allá por 1734, cuando el ingeniero Juan de Subreville construyó el fuerte militar de Isla Verde, sobre el muro con escarpa que daba al levante, se depositaría la semilla que hizo nacer a la ``higuerita´´. Con ésto quiero decir que era vieja, muy vieja... Fue en el año 2006, en unas prospecciones arqueológicas que se hicieron en la zona, cuando desapareció; pero, hace unos días al tirar la foto que está debajo de la que comento, descubrí que, junto a la planta de la izquierda, quedan unos brotes de la histórica higuerita; no me extrañaría que volviese a extender sus ramas por el muro: aunque el paisaje que contemplaría ahora ¡es tan distinto!. Observamos en la primera foto que dicho muro estaba edificado sobre el propio arrecife; en la foto inferior a ésta contemplamos lo que hay en la actualidad: sin comentarios.
En la segunda fotografía, hecha en el mismo sitio pero ya de cara al mar, divisamos algunos de los arrecifes de la Isla Verde; el último que se ve era el que tenía un bloque encima; contamos nueve arrecifes o caños como le llamábamos; el noveno estaba a unos veinte metros de profundidad y, aunque podíamos pescar en él, la juventud todo lo puede, no era necesario pues el pescado lo teníamos a menos metros: de vez en cuando nos dábamos el ``gustazo´´ de visitarlo.
Os doy mi palabra que en aquellos tiempos era un vergel: meros, abadejos urtas, borriquetes, bodiones, sargos, corvinas..., centollos, bogavantes, langostas...Todos los arrecifes eran paralelos entre sí y a la costa, aunque tenían una estructura totalmente distinta unos de otros. Recuerdo que, hace más de sesenta años, me llevaron un día a una finca de campo que tenían unos tíos míos en Alcalá de los Gazules; algo que no olvido era aquella tarde en calma, con cielo totalmente transparente y, cientos de buitres, dejándose llevar por las corrientes de aire ascendentes, planeando con suma lentitud, subían formando un enorme bucle; transcurridos unos años volví a rememorar dicha escena pero con el decorado totalmente distinto: era bajo la superficie del mar, en la Isla Verde, bajando a algunas piedras y los animales que formaban el tirabuzón alrededor mía no eran buitres sino cientos de sargos y doradas...Hasta tal punto llegó mi predilección por dichos pesqueros que había bautizado a la mayoría de las piedras y cuevas con un nombre: el banco central, la piedra del arenal, la del Titán, la gran loza, la de las doradas...
Me parece que en todos los capítulos de mi relato no he hecho nunca mención a lo siguiente: ¿no os parece raro que casi todas las capturas sean meros? Hay dos razones para explicarlo: la primera es que, como ha sido siempre, era la pieza codiciada, la de más valor: por cierto que se pagaba a 10 pesetas, 0,06 euros, el kg; en otro capítulo hablaré del controvertido tema de la venta del pescado; la segunda razón es que la mayoría de las especies no eran apreciadas;
los riquísimos boquerones de la Bahía se usaban para hacer ``guano´´, los carabineros, cuyo precio hoy día está más arriba de las nubes, se tiraban; ¿ para qué queríamos matar a una corvina de 50 kilos de las muchas que pasaban por el séptimo caño?
En la última foto de este apartado se ve el destino que tuvieron dichos arrecifes.
FOTOS
Todas estas fotografías que vemos son de días de pesca en la Isla Verde. En la primera se nota que estaba haciendo la ``mili´´ pues parece que estoy en posición de ``presenten armas´´ a los meros. Maravilloso servicio militar que pasé gracias al deporte.
La segunda está hecha debajo de la higuerita: es de una pesquera en los arrecifes de la zona del Titán.
En la tercera, mi inseparable jersey en primer plano, intendencia militar no daba abasto conmigo, vemos una pesquera en la misma zona. Me gusta dicha foto pues tenemos una bella vista de los arrecifes de ``mi reino´´( sin petulancia por mi parte).
Jesús me acompaña en la cuarta foto: ese día nos fuimos, desde ese bloque plano que hay en la punta del rompeolas, hasta los arrecifes del Campo de Golf. Por cierto que Jesús, buen pescador y amigo, tuvo que abandonar la práctica del deporte debido a una lesión en la rodilla. Ya os hablé, en un capítulo anterior, que había pescado con tres generaciones de una misma familia; pues, en este caso, también he pescado con dos: con el padre y algunos días con su hijo Víctor: ¡qué viejo es uno!. En las dos siguientes fotos posamos, Felipe y yo, como para un casting: a mí ni el glucodulco me hace engordar. Las dos últimas están hechas debajo de mi querida higuerita: en la primera de ellas, por sacar la pesca, le tocó esta vez a Felipe: sólo le saqué parte del trasero y algo del pie; como para ir de fotógrafo a una boda.
En la última, también una jornada en la Isla Verde, el día estaba nublado y encima a la sombra de la higuerita, la foto salió algo oscura.
---Los nueve primeros capítulos están en el mes de mayo.
---Podéis abrir la Galería pinchando en una de las fotos inferiores.
---Con el reproductor se puede pasar de canción.
Hasta el próximo.