MI ADMIRACIÓN
Mi admiración, mi respeto, mi homenaje, por aquellos que ya no están y que comenzaron a poner los cimientos de este deporte en Algeciras. Ninguno de ellos falleció como consecuencia de practicar la pesca submarina. Todos tienen algo en común: su amor por el mar. Dejando a un lado la emotividad, recuerdo con alegría todos aquellos ratos que pasamos juntos, de caminatas interminables para llegar a las más recónditas calas del estrecho, de pasar frío a ``espuertas´´, de conversaciones sin fin donde ``bajábamos´´, ``subíamos´´ y ``arponeábamos´´ más peces que en el propio mar..., creo que dichos momentos nos daban tanta felicidad como el ejercicio del propio deporte.
Pienso que es lo justo, no sólo eso, sino admito que tengo la obligación de dedicarle unas líneas a estos seis compañeros y amigos.
Voy a empezar por Paul pues es con el que tuve menos contacto; no supe nunca sus apellidos ni llegué a conocer su nacionalidad y para más ``inri´´ su español no era muy fluido; estaba un día sentado en la puerta de casa, en aquella época se solía hacer, cuando veo acercarse a una persona, indudablemente extranjera, que casi me doblaba la edad; dirigiéndose a mí, me preguntó si era el ``nino lichigo´´; salí de mi asombro al darme cuenta que preguntaba por el niño Lechugo: muy propio en aquellos años nombrarte por el apellido de tu padre; supongo que, al gustarle la pesca submarina, alguien le habría hablado de mí; sospecho que cuando venía por Algeciras lo hacía exclusivamente para pescar; ; persona afable, bonachón, amante del deporte y poco hablador: esto último sería por dificultades del idioma; un día quedamos para ir de pesca y, viendo que se retrasaba mucho, cosa impropia en él, me dirigí al hotel Anglo, que era donde se hospedaba cuando venía a Algeciras; me quedé helado al enterarme de que había fallecido; nunca supe ni cómo, ni cuándo ni de qué; no conservo foto alguna de Paul.
Al segundo amigo que le dedico esta página es a Antonio Manzano; otro de los veteranos , de los pioneros, en un principio pescábamos sin traje por ello, más de un día, bordeamos la hidrocución; íbamos de pesca en una ``bicicleta con motor´´ como él decía; era una Osa que se arrancaba pedaleando; no me explico de dónde sacaba fuerza el pequeño motor para llevarnos a los dos, a los equipos y, al regreso, sumarle el peso de la pesca. Una frase que quedó para la ``posteridad´´ : ¡¡ vaya curva !! Os lo comento: regresábamos de la Ballenera y, en la curva muy cerrada que hay antes de llegar al antiguo restaurante El Arenal, posteriormente conocido como Casa Marcos, derrapó la ``harley-davidson´´, resultado: la Osita por un lado, la pesca por otro, los equipos a la cuneta y nosotros al asfalto... Antonio trabajó en una compañía de extracción de chatarra y, en un accidente con la dinamita, perdió tres dedos de la mano izquierda; por cierto, al sacar los restos de los pecios que existían en el Bajo de la Perla, las explosiones hicieron que hubiese poca pesca durante cierto tiempo; él me decía que era una verdadera pena ver la cantidad de cientos de peces reventados como consecuencia de las detonaciones. Cuando terminó el trabajo de la compañía en dicho lugar la vida volvió pronto, aunque a mí me faltaban todavía unos años para conocer esos arrecifes. Tampoco tengo foto alguna de él.
El tercero es Pedro Montoya, fallecido recientemente. A decir verdad, pienso que le gustaba más todo el ambiente que rodeaba a un día de pesca, que el propio deporte. Pedro, no te enfades, pero no se te daba muy bien eso de ``mojarte´´; pero lo suplías con el ánimo que nos dabas para hacer aquellas duras caminatas y la satisfacción que demostrabas al ver que sacábamos una buena pieza.
No hace falta que os presente a la persona de la primera foto; me hubiera gustado tener una con su flamante traje de goma. Lo veo, como si fuera hoy mismo, a su llegada a Algeciras acompañado de su madre; una de las distracciones de esos años, ya os la he comentado, era sacar una silla a la acera y dejar pasar el tiempo; estando aburrido con mis pensamientos, un buick de color negro, más viejo que negro, se para en la esquina de abajo; bien, quiero que os situéis: estamos en la calle Castelar, más conocida por la calle Panadería y la esquina corresponde al edificio donde estuvo, en un principio, la casa de comidas María; en esa época no se había abierto el restaurante y vivían los dueños, la familia Aparicio y algunos vecinos: entrando en el portón, a la derecha, la sempiterna ``Mariquita la peluquera´´; en el primer piso vivió durante algunos años el sin par Felipe Campuzano, inundando con las melodías de su mágico piano a toda la vecindad ; en la otra vivienda es donde residió el padre Flores. De la ingente labor social de esta persona tenéis de testigo a todo el pueblo algecireño que os puede dar fe de ello; a mí me toca hablaros del deportista; al ser vecinos, nuestras viviendas estaban separadas por unos cuantos metros, pronto hicimos amistad. De la infinidad de actividades sociales que realizaba en ayuda del necesitado, hubo una que traía ``hipnotizado´´ a toda Algeciras: una subasta a través de los micrófonos de E. A. J. 55 Radio Algeciras Portavoz del Campo de Gibraltar; si hubiese coincidido en el tiempo con el programa de televisión Un, Dos, Tres, el nuestro habría ganado por goleada. Como conocía mi apego a nuestro deporte, un día me dijo que regalase una pieza para la subasta; me faltó tiempo para ello: le dije a Manzano si venía a la isla Verde; él no quiso tirarse pues manifestó que estaba algo indispuesto y el agua muy fría, era al principio del mes de febrero; me coloqué mi jersey militar y al agua que estaba ¡ puuff !; logré el mero para la subasta pero salí aterido, hasta tal punto que mi compañero me tuvo que llevar a la sala de calderas de los astilleros donde con el calor y un buen café fui reaccionando. Poco a poco el padre Flores se fue contagiándo con el virus de la pesca submarina y ¡ hala ! a pescar con el niño Lechugo; le gustaba, como a mí, los pesqueros de la Ballenera y, cuando ya había practicado cinco o seis días, señalando una piedra le dije: ahí hay un mero, ¡ apáñatelas tú solito !; era una forma rápida de aprender; me quedé a su lado y vi como lo capturó; como buen psicólogo lo agradeció diciéndome: esta tarde salgo con el pescado a cuesta al púlpito a la hora del rosario... Murió en un accidente de tráfico cerca de Sevilla el día 13 de mayo de 1964, cuando iba por material para la construcción de la nueva iglesia del Carmen.
De Antonio Reguera, además de que el fotógrafo la tenía tomada con él, habéis conocido bastante en capítulos anteriores; en esta segunda foto está de rodillas abriéndole la boca a un mero con el cocle y mi pantalón parece que va encogiendo por días; fue un pescador sobrio, práctico y decidido
En la última foto vemos a Luis León; es el de la izquierda, por su sonrisa observaréis que era una persona jovial, simpático donde los haya; estudió también en Ronda donde nos contábamos penas y alegrías y soñábamos con las aguas de nuestro Estrecho; creo que antes de arponear un pez le contaba un chiste para hacer más llevadera la ``cosa´´. Murió muy joven, demasiado joven, casi sin haber disfrutado de la pesca y, lo que es peor, de la vida. La foto es en el Tolmo y Luis está acompañado de Jesús Tierra, también pescador y amigo, del que hablaremos en otros capítulos; tengo otras fotos de Luis que veremos con posterioridad.
---Pinchar en una de las fotos inferiores para abrir la Galería.
---En la parte inferior de la página tenéis el título y orden de los Capítulos.
---Podéis saltar de una canción a otra.
Hasta el próximo
Pienso que es lo justo, no sólo eso, sino admito que tengo la obligación de dedicarle unas líneas a estos seis compañeros y amigos.
Voy a empezar por Paul pues es con el que tuve menos contacto; no supe nunca sus apellidos ni llegué a conocer su nacionalidad y para más ``inri´´ su español no era muy fluido; estaba un día sentado en la puerta de casa, en aquella época se solía hacer, cuando veo acercarse a una persona, indudablemente extranjera, que casi me doblaba la edad; dirigiéndose a mí, me preguntó si era el ``nino lichigo´´; salí de mi asombro al darme cuenta que preguntaba por el niño Lechugo: muy propio en aquellos años nombrarte por el apellido de tu padre; supongo que, al gustarle la pesca submarina, alguien le habría hablado de mí; sospecho que cuando venía por Algeciras lo hacía exclusivamente para pescar; ; persona afable, bonachón, amante del deporte y poco hablador: esto último sería por dificultades del idioma; un día quedamos para ir de pesca y, viendo que se retrasaba mucho, cosa impropia en él, me dirigí al hotel Anglo, que era donde se hospedaba cuando venía a Algeciras; me quedé helado al enterarme de que había fallecido; nunca supe ni cómo, ni cuándo ni de qué; no conservo foto alguna de Paul.
Al segundo amigo que le dedico esta página es a Antonio Manzano; otro de los veteranos , de los pioneros, en un principio pescábamos sin traje por ello, más de un día, bordeamos la hidrocución; íbamos de pesca en una ``bicicleta con motor´´ como él decía; era una Osa que se arrancaba pedaleando; no me explico de dónde sacaba fuerza el pequeño motor para llevarnos a los dos, a los equipos y, al regreso, sumarle el peso de la pesca. Una frase que quedó para la ``posteridad´´ : ¡¡ vaya curva !! Os lo comento: regresábamos de la Ballenera y, en la curva muy cerrada que hay antes de llegar al antiguo restaurante El Arenal, posteriormente conocido como Casa Marcos, derrapó la ``harley-davidson´´, resultado: la Osita por un lado, la pesca por otro, los equipos a la cuneta y nosotros al asfalto... Antonio trabajó en una compañía de extracción de chatarra y, en un accidente con la dinamita, perdió tres dedos de la mano izquierda; por cierto, al sacar los restos de los pecios que existían en el Bajo de la Perla, las explosiones hicieron que hubiese poca pesca durante cierto tiempo; él me decía que era una verdadera pena ver la cantidad de cientos de peces reventados como consecuencia de las detonaciones. Cuando terminó el trabajo de la compañía en dicho lugar la vida volvió pronto, aunque a mí me faltaban todavía unos años para conocer esos arrecifes. Tampoco tengo foto alguna de él.
El tercero es Pedro Montoya, fallecido recientemente. A decir verdad, pienso que le gustaba más todo el ambiente que rodeaba a un día de pesca, que el propio deporte. Pedro, no te enfades, pero no se te daba muy bien eso de ``mojarte´´; pero lo suplías con el ánimo que nos dabas para hacer aquellas duras caminatas y la satisfacción que demostrabas al ver que sacábamos una buena pieza.
No hace falta que os presente a la persona de la primera foto; me hubiera gustado tener una con su flamante traje de goma. Lo veo, como si fuera hoy mismo, a su llegada a Algeciras acompañado de su madre; una de las distracciones de esos años, ya os la he comentado, era sacar una silla a la acera y dejar pasar el tiempo; estando aburrido con mis pensamientos, un buick de color negro, más viejo que negro, se para en la esquina de abajo; bien, quiero que os situéis: estamos en la calle Castelar, más conocida por la calle Panadería y la esquina corresponde al edificio donde estuvo, en un principio, la casa de comidas María; en esa época no se había abierto el restaurante y vivían los dueños, la familia Aparicio y algunos vecinos: entrando en el portón, a la derecha, la sempiterna ``Mariquita la peluquera´´; en el primer piso vivió durante algunos años el sin par Felipe Campuzano, inundando con las melodías de su mágico piano a toda la vecindad ; en la otra vivienda es donde residió el padre Flores. De la ingente labor social de esta persona tenéis de testigo a todo el pueblo algecireño que os puede dar fe de ello; a mí me toca hablaros del deportista; al ser vecinos, nuestras viviendas estaban separadas por unos cuantos metros, pronto hicimos amistad. De la infinidad de actividades sociales que realizaba en ayuda del necesitado, hubo una que traía ``hipnotizado´´ a toda Algeciras: una subasta a través de los micrófonos de E. A. J. 55 Radio Algeciras Portavoz del Campo de Gibraltar; si hubiese coincidido en el tiempo con el programa de televisión Un, Dos, Tres, el nuestro habría ganado por goleada. Como conocía mi apego a nuestro deporte, un día me dijo que regalase una pieza para la subasta; me faltó tiempo para ello: le dije a Manzano si venía a la isla Verde; él no quiso tirarse pues manifestó que estaba algo indispuesto y el agua muy fría, era al principio del mes de febrero; me coloqué mi jersey militar y al agua que estaba ¡ puuff !; logré el mero para la subasta pero salí aterido, hasta tal punto que mi compañero me tuvo que llevar a la sala de calderas de los astilleros donde con el calor y un buen café fui reaccionando. Poco a poco el padre Flores se fue contagiándo con el virus de la pesca submarina y ¡ hala ! a pescar con el niño Lechugo; le gustaba, como a mí, los pesqueros de la Ballenera y, cuando ya había practicado cinco o seis días, señalando una piedra le dije: ahí hay un mero, ¡ apáñatelas tú solito !; era una forma rápida de aprender; me quedé a su lado y vi como lo capturó; como buen psicólogo lo agradeció diciéndome: esta tarde salgo con el pescado a cuesta al púlpito a la hora del rosario... Murió en un accidente de tráfico cerca de Sevilla el día 13 de mayo de 1964, cuando iba por material para la construcción de la nueva iglesia del Carmen.
De Antonio Reguera, además de que el fotógrafo la tenía tomada con él, habéis conocido bastante en capítulos anteriores; en esta segunda foto está de rodillas abriéndole la boca a un mero con el cocle y mi pantalón parece que va encogiendo por días; fue un pescador sobrio, práctico y decidido
En la última foto vemos a Luis León; es el de la izquierda, por su sonrisa observaréis que era una persona jovial, simpático donde los haya; estudió también en Ronda donde nos contábamos penas y alegrías y soñábamos con las aguas de nuestro Estrecho; creo que antes de arponear un pez le contaba un chiste para hacer más llevadera la ``cosa´´. Murió muy joven, demasiado joven, casi sin haber disfrutado de la pesca y, lo que es peor, de la vida. La foto es en el Tolmo y Luis está acompañado de Jesús Tierra, también pescador y amigo, del que hablaremos en otros capítulos; tengo otras fotos de Luis que veremos con posterioridad.
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Hasta el próximo
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