QUINQUENIO FANTÁSTICO
Con la llegada del año 1960, habiendo terminado los estudios en el internado, el devenir de mi vida sufre un gran cambio; regresé a Algeciras como un potro sin trabas: la primera ``coz´´ se la llevaron los libros... Mi deseo de libertad hace que todo gire alrededor de la pesca submarina y que, mi único pensamiento, sea pescar, pescar y pescar, sin darle ninguna otra opción a mi existencia. Os haré una confidencia: os aseguro que, si el tiempo se pudiera rebobinar cual cinta de vídeo, lo volvería a hacer una y cien veces; nunca me he arrepentido y, ahora con su lejanía y su análisis sosegado, veo lo feliz que fui en esos años: por ello el título del presente capítulo.
Habréis advertido que había cierta diferencia de edad entre los compañeros más habituales de pesca y yo; como ellos tenían que trabajar solamente podían ir de pesca los fines de semana ; los demás días, para aplacar mi ``sed de mar´´, me las debía de valer por mi mismo; un día sí, el otro también y el de en medio, me iba a la Isla Verde; de esta manera llegué a sentir cierto cariño, cierta predilección, o llamémosle una mayor preferencia, por esta zona de pesca; hasta tal punto que si tuviese que elegir un pesquero entre todos los que conozco, sin ninguna duda escogería a mi Isla Verde; hablo en posesivo porque, con el tiempo, llegué a considerarla como algo propio, algo que, de cierta manera, me pertenecía; lo sentía así cuando, al ver mis compañeros una pesquera, me preguntaban si los meros eran ``de mi reino´´.
En el momento en que me propuse escribir estas memorias descarté por monótonas, hacer descripciones de pesqueros, de acciones de capturas..., de esta forma habréis visto que, al hablar de un lugar de pesca, doy el nombre del sitio y, como mucho, explico alguna generalidad. Por ello me vais a permitir que le dedique un capítulo a ese lugar que me ha dado tantas satisfacciones: Al-Yazira-al-Jadra, en castellano, Isla Verde. Será el próximo capítulo y creo que le he puesto un título adecuado: El Paraíso Perdido.
Por aquellos años Felipe y Reguera trabajaban en Gibraltar y, todos los viernes, me teníais en la aduana esperándolos para preparar la siguiente salida; recordando esos momentos viene a mi mente la realidad de nuestro país en dicha época; tengo una sensación agridulce de dichas circunstancias; mi evocación para aquellos barquitos, creo que eran dos, que utilizaban esos trabajadores para ir de nuestro puerto al de la Roca y regresar.
Fue en esta época cuando conocí a Idita y, desde entonces, hemos compartido la vida juntos. Ella fue la que me puso el calificativo de `` el vagabundo de la isla verde ´´: sé que lo hizo con todo su cariño sabiendo que era el piropo que más me gustaría; debéis comprender que eran los años de mi plena efervescencia deportiva y que casi pasaba más tiempo en la Isla Verde que en mi casa. Con Idita aprendí que también existen otros mundos fuera de la superficie del mar. He de agradecerle que nunca he tenido un reproche, nunca he escuchado una recriminación sobre este deporte, a pesar del sacrificio al que la he sometido dejándola sola durante cientos y cientos de días por irme de pesca; incluso en la actualidad, a pesar de mis años, no me dice una palabra cuando me ve preparando el equipo. Como os dije en el primer capítulo, dentro de unos días cumplo setenta años y le he prometido que ``colgaré las aletas´´.
Fotos
La primera foto corresponde a una jornada de pesca entre el Tolmo y Arenillas con los dos compañeros ya conocidos; el costero no pudo traer los mulos y le tocó al pobre burrito subir la cuesta de la piedra del Abanico: pienso que el pobre animal todavía debe andar acordándose de nosotros...
En la segunda foto tuve como compañero a Pepe el Moro: fue un día en Calafate; ya debíamos de tener ganas para ir andando del Faro hasta allí.
La siguiente es en la Torre de los Canutos, la foto está hecha en Calarena; el compañero fue también Pepe, singular pescador y persona al que dedicaré más adelante unos párrafos; un sabor que no olvido: esas patatas con abadejo que nos preparó Juan Calvente.
Es que la tengo tomada con Reguera: otra vez medio cuerpo; el del centro, el del tupé a lo Elvis, es Jesús Tierra compañero de pesca y amigo.
En la última, aparte de admirar a los dos meros, aparte de admirar a Felipe, lo que es digno de nuestro ``éxtasis´´ es el delicado cinturón que luce: creo que le gana al mío de las flaneras...
---Los nueve primeros Capítulos están en el mes de mayo ordenados.
--- Podéis pinchar en una de las fotos inferiores para abrir la Galería.
---Mediante el reproductor se puede cambiar de canción.
Hasta el próximo
Habréis advertido que había cierta diferencia de edad entre los compañeros más habituales de pesca y yo; como ellos tenían que trabajar solamente podían ir de pesca los fines de semana ; los demás días, para aplacar mi ``sed de mar´´, me las debía de valer por mi mismo; un día sí, el otro también y el de en medio, me iba a la Isla Verde; de esta manera llegué a sentir cierto cariño, cierta predilección, o llamémosle una mayor preferencia, por esta zona de pesca; hasta tal punto que si tuviese que elegir un pesquero entre todos los que conozco, sin ninguna duda escogería a mi Isla Verde; hablo en posesivo porque, con el tiempo, llegué a considerarla como algo propio, algo que, de cierta manera, me pertenecía; lo sentía así cuando, al ver mis compañeros una pesquera, me preguntaban si los meros eran ``de mi reino´´.
En el momento en que me propuse escribir estas memorias descarté por monótonas, hacer descripciones de pesqueros, de acciones de capturas..., de esta forma habréis visto que, al hablar de un lugar de pesca, doy el nombre del sitio y, como mucho, explico alguna generalidad. Por ello me vais a permitir que le dedique un capítulo a ese lugar que me ha dado tantas satisfacciones: Al-Yazira-al-Jadra, en castellano, Isla Verde. Será el próximo capítulo y creo que le he puesto un título adecuado: El Paraíso Perdido.
Por aquellos años Felipe y Reguera trabajaban en Gibraltar y, todos los viernes, me teníais en la aduana esperándolos para preparar la siguiente salida; recordando esos momentos viene a mi mente la realidad de nuestro país en dicha época; tengo una sensación agridulce de dichas circunstancias; mi evocación para aquellos barquitos, creo que eran dos, que utilizaban esos trabajadores para ir de nuestro puerto al de la Roca y regresar.
Fue en esta época cuando conocí a Idita y, desde entonces, hemos compartido la vida juntos. Ella fue la que me puso el calificativo de `` el vagabundo de la isla verde ´´: sé que lo hizo con todo su cariño sabiendo que era el piropo que más me gustaría; debéis comprender que eran los años de mi plena efervescencia deportiva y que casi pasaba más tiempo en la Isla Verde que en mi casa. Con Idita aprendí que también existen otros mundos fuera de la superficie del mar. He de agradecerle que nunca he tenido un reproche, nunca he escuchado una recriminación sobre este deporte, a pesar del sacrificio al que la he sometido dejándola sola durante cientos y cientos de días por irme de pesca; incluso en la actualidad, a pesar de mis años, no me dice una palabra cuando me ve preparando el equipo. Como os dije en el primer capítulo, dentro de unos días cumplo setenta años y le he prometido que ``colgaré las aletas´´.
Fotos
La primera foto corresponde a una jornada de pesca entre el Tolmo y Arenillas con los dos compañeros ya conocidos; el costero no pudo traer los mulos y le tocó al pobre burrito subir la cuesta de la piedra del Abanico: pienso que el pobre animal todavía debe andar acordándose de nosotros...
En la segunda foto tuve como compañero a Pepe el Moro: fue un día en Calafate; ya debíamos de tener ganas para ir andando del Faro hasta allí.
La siguiente es en la Torre de los Canutos, la foto está hecha en Calarena; el compañero fue también Pepe, singular pescador y persona al que dedicaré más adelante unos párrafos; un sabor que no olvido: esas patatas con abadejo que nos preparó Juan Calvente.
Es que la tengo tomada con Reguera: otra vez medio cuerpo; el del centro, el del tupé a lo Elvis, es Jesús Tierra compañero de pesca y amigo.
En la última, aparte de admirar a los dos meros, aparte de admirar a Felipe, lo que es digno de nuestro ``éxtasis´´ es el delicado cinturón que luce: creo que le gana al mío de las flaneras...
---Los nueve primeros Capítulos están en el mes de mayo ordenados.
--- Podéis pinchar en una de las fotos inferiores para abrir la Galería.
---Mediante el reproductor se puede cambiar de canción.
Hasta el próximo
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