CAMBIOS-- CAPÍTULO 20º






                                                                                                                                                      





















                                                                                                                                                                                                                                                                                              






                                                                                                                            CAMBIOS


El ``quinquenio fantástico´´ estaba llegando a su final porque, en primer lugar, el servicio militar, más acuático que militar, ya que al ser pernocta pasé mayor tiempo debajo agua que en el regimiento, había concluido; la segunda causa de la finalización de dicho período fue que conocí a Idita y, la tercera, que ya era hora de ``sentar cabeza´´ y reanudar los estudios, tanto tiempo abandonados.
Para mi reencuentro con los libros marché a Cádiz, aquí no habría aprendido ni los nombres de las asignaturas, y me propuse, sin olvidar ni mucho menos la pesca submarina, terminar la carrera escogida. Como la mayoría de los compañeros del equipo, ya sólo podría pescar los fines de semana y esperaba la llegada del viernes con tanto deseo como en Ronda ansiaba el inicio de las vacaciones; dicho día, por la tarde, en autobús, en moto, en lo que fuese, tomaba rumbo a Algeciras.
Pero aquí surgió un problema que yo no había tenido en cuenta: tenía que compartir el tiempo, el sábado y el domingo, con mis dos amores, con Idita y con la pesca; intentando buscar una solución al dilema, urdí una pequeña trama algo sibilina: involucrar a ella en mi deporte. Un viernes, a mi llegada, comencé a poner en práctica mi plan: que te va a gustar mucho, que va a hacer un día fabuloso, que ahora en otoño no quema el sol, que no voy a estar mucho tiempo en el agua, que me vas a ver pescar, que te puedes distraer haciendo punto o leyendo..., la primera parte de mi ``conjura´´  dio resultado; lo que no supe pronosticar fue su final...
A las nueve nos subimos en el autobús de la CTM de Getares ya que no era muy apropiado llevarla en motocarro; desde su parada de destino, junto al restaurante El Arenal, hoy día Marcos, hasta la Ballenera el trayecto no es muy grande, por lo menos para mí que estaba acostumbrado a caminatas maratonianas: pero no pensé en ella; por esta causa empezó a ``torcerse´´ un poco el día y mi plan; llegados al lugar, con buscar un sitio cómodo, poner aquí la comida, preparar el equipo, en esta piedra plana con la toalla vas a estar muy confortable, escucha el rumor del mar, vaya tiempo magnífico..., con estos y mil argumentos más, logré que el ambiente se fuese normalizando y que la tensión disminuyese.
Me tiré al agua sobre las once y media después de múltiples recomendaciones, consejos, advertencias, donde la frase ``ten cuidado y no tardes´´ me la había repetido una y mil veces y la misma cantidad lo había yo prometido. Tened en cuenta que su desconocimiento sobre este deporte era total, que es del interior, cordobesa, de Priego, y que el mar le causaba, y le sigue provocando, un profundo respeto. Pero hasta aquí, con excepción del primer escarceo a cuenta de la caminata, marchaba la cosa bastante bien y yo pensé que todo iba como miel sobre hojuelas.
Una hora, como mucho una hora y media..., se lo reiteré una y otra vez pero, parece mentira Juan Manuel, que no supieses lo que terminaría ocurriendo: debajo agua el tiempo toma otra dimensión, se paraliza o corre demasiado veloz, es como si no existiera, uno no se da cuenta de su discurrir y la duración del baño se multiplicó por tres....., ¿ por qué no te quedaste cogiendo burgaos o lapas, o intentando atrapar camarones agarrándolos por los bigotes...? Un día de fábula, la superficie del mar como un espejo, el agua como un cristal y ese sexto sentido que parece que tenemos los veteranos pescadores submarinos que nos indica, al notar ciertas particularidades en el mar, que la jornada va a ser fructífera.
Le había dicho que siempre me tendría localizado gracias a la cámara de moto que hacía de boya, a la que por cierto le había puesto la típica banderita, que yo nunca usaba, para que la viese mejor; pero, para complicar más las cosas, doblé la punta de la isleta, arrecife grande de la Ballenera, y me fui en dirección al Timoncillo: por dicho motivo no me podía ver.
Por el sol me di cuenta, más o menos, de la hora y lo supe con exactitud al regresar: las tres y media pasadas; volvía muy ufano pues llevaba varios meros, cuatro, algunos  borriquetes y otros pescados, imaginando  el recibimiento, cual ``héroe´´, que me haría al ver la pesca..., pero al advertir su cara, lívida, su estado de nervios, pensaba, desde que dejó de verme, que me había sucedido algo, tuve la absoluta certeza de que mi plan se había ido al ``garete´´, nunca mejor expresado, y que era un total fracaso.
Gracias a su carácter no degusté ese día una nueva receta de cocina: ``mero a la mejilla con sus propias escamas y espinas´´.
La ``tormenta´´ duró menos pues uno de sus hermanos vino a buscarnos con su coche. Este fue el primer y único día que me acompañó de pesca submarina aunque, como os dije en el segundo capítulo, jamás le he escuchado una palabra en contra de dicho deporte ni de que yo lo practicase. Para vuestro conocimiento os digo que hubo un reparto racional de horas compartidas... 
                                                                                                FOTOS
Volvemos, en la primera foto, a los arrecifes que hay entre el Faro de punta Carnero y las Azofeas, esa cala que siempre fue muy ``caliente´´ para la pesca; fijaros en mi escopeta: además de lo grueso del arpón, no se me ocurría poner una cuerda más fina para que la resistencia en el agua fuese menor; la otra, la de la funda, es la corbeta de Felipe.
La segunda foto corresponde al primer día de pesca que fuimos a Paloma Baja. Reguera se había comprado un coche y ya teníamos permiso del gobierno Militar para circular por las pistas; íbamos los tres: Felipe, Reguera y yo. Os he de contar que en aquellos años no nos preocupábamos ni de la pleamar, ni de la bajamar, ni de los repuntes de mareas, ni de las fases lunares, ni sabíamos nada de coeficientes ..., llegar, ponerte el traje y al agua; pues bien, este día supimos de verdad lo que era una corriente: nos cogió, a unos trescientos metros de la costa, en las piedras Las Marías y, gracias a Dios, pasada la punta La Jabonera, pudimos refugiarnos en la ensenada de Bolonia; por la foto se puede deducir que, al caer la marea, pudimos pescar un rato: si hubiésemos tenido más tiempo, no puedo ni imaginar lo que se habría capturado...; sin embargo, le tomamos ``cariño´´ a dichos pesqueros y volvimos numerosas veces con bastante suerte: nos buscamos también nuestros tradicionales medios de carga, burros y mulos, para subir la pesca hasta donde estaba el coche.
En la tercera el ``trío´´ regresa a Arenillas y el burro parece que está maldiciendo su suerte ante el panorama que le espera...
En la foto en color tenemos una pesquera hecha entre Guadalmesí y punta Oliveros; en este período Felipe estuvo más de un año sin pescar debido a una dolencia estomacal pero siempre nos acompañó; la foto la hizo un nuevo compañero del que tendréis noticias más adelante.
En esta foto se puede observar los ``destrozos´´ que los arcaicos arpones infligían en los peces si no les daba en un punto vital: se deduce que dicho día no anduve ``muy fino´´.
                                                                                          Hasta el próximo.
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2 comentarios:

Paola

29 de julio de 2012, 15:40
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dijo...

Menos mal que por aquél entonces no existian los móviles, si no, al salir del agua, habrían estado allí la Policia Local, la Nacional, la Guardia Civil y hasta el helicóptero de Salvamento Marítimo!!!!!!!. Sinceramente, creo que te has quedado corto en la descripción que has hecho de cuando llegaste con la pesca, la tita habla poco, pero con "sus caras" lo dice todo. Un beso y sigue, por favor, haciendonos reir con esos recuerdos tan fantásticos que nos cuentas. Paola

AquilesTron

5 de noviembre de 2017, 2:45
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1

dijo...

Co.o me he reído juan con la nueva receta de MERO A LA MEJILLA con escamas y todo jajaja... creo que muchos pescadores nos pasan cosas similares y además... te cuento que parte de la ruptura de mis dos matri.onios los debo a esta pasión y a la escalada... abrazos Jusn dios te bendiga felicitaciones por la gran mujerque tienes al lado y sabe comprenderte!!!

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