
Para que lo conozcáis mejor os contaré algunas anécdotas; el bote lo tenía atracado en la dársena que había frente al edificio de la aduana, justo en la segunda curva que veis en la foto; cuando yo llegaba al amanecer él ya estaba allí con medio motor desmontado; al rato me decía que ya nos podíamos ir, a pesar de que yo observaba piezas sin montar, siempre le sobraba alguna, pero nunca nos dejó tirado; estando un día en Getares le gasté una broma, os la cuento para que sepáis como era: había arponeado a un ``burro´´, al que dejé blanco de un tiro en la cabeza y, metiéndome debajo del bote empujé al mero hacía el otro lado y salí gritando que se escapaba; era para haber visto a Enrique: a pesar de sus años se tiraba al agua...
Otra vez estábamos en el Tolmo que, por cierto, para llegar tardábamos más de dos horas y, haciendo un día extraordinario, me dice que no le gustaba nada el ``barrunto´´ del tiempo; al momento la bocana del Estrecho se pone negra con una niebla muy espesa; me hizo subirme al bote y sólo nos dio tiempo de refugiarnos en Calafate; de popa a proa no se veía en absoluto; había pasado más de una hora cuando de pronto se levanta, todo agitado, coge una barra de hierro y una lata vacía de gasolina y empieza a dar golpes como un poseso; yo tenía la capucha del traje puesta, y además siempre he sido algo sordo, por lo que no escuché nada; de la niebla surgió una traiña que, alertada por los golpes, había reducido su velocidad; gracias a él no nos embistió y no embarrancó, nosotros estábamos fondeados muy cerca de la costa, y ellos, totalmente desorientados, iban directo hacia ella.
Un lunes fui a su casa para organizar la próxima salida; lo encontré en cama; la familia me comentó que estaba grave pero ¡ qué entereza, qué espíritu, qué moral ! la de ese hombre; me dijo que estaba un poco ``malusquillo´´, palabras textuales suyas, y que el fin de semana saldríamos: ese viernes recibió sepultura.
Fotos
La primera corresponde a un jornada imborrable en mis recuerdos; estuvimos los dos en la ensenada del Tolmo; era por el mes de julio y la vegetación marina estaba en pleno esplendor cubriéndolo todo; mi método de pesca siempre ha sido al agujero y en mi vida he pescado a la espera: ni creo que ya sea capaz: bueno ya, con mi edad, ni a la espera ni al agujero..., aunque, eso sí, pienso ir algún día a ``cortarme la coleta´´; le comenté a Enrique que, debido a las algas, la pesca estaba difícil; nadando, sin mucha convicción, vi por encima de los coletos un bando de corballos; estos peces eran abundantísimos y creo que por su nobleza, en una palabra, por lo tonto que son, desaparecieron de las aguas poco profundas: no sé si a partir de los veinte metros quedarán; bajando a por los corballos, trece o catorce metros, veo a varios meros que salían de entre la broza; se quedaban parados, como si estuviesen observándome con curiosidad, con ese mágico abaniqueo de sus aletas pectorales que se asemejaban a la muleta del sin par José Fuentes; el resultado ya lo estáis viendo a bordo; junto a la panza del mero puse la aleta para, ya lo sabéis, hacer comparaciones: parece de juguete...
No me perdonaré nunca el desaguisado que hice al tirar la foto: allá en la popa, con el palo del timón en la mano, estaba el viejo lobo de mar y yo, por puro egoísmo de que se viera la pesquera, fui y lo dejé sin cabeza: no lo hice intencionado pero ahí está el resultado.
La segunda foto corresponde a una pesca, también con Enrique, de Getares, Aguadilla y Timoncillo; observar la escopeta: mosquetón, cuerda, arpón..., todo muy ``delicado´´ para facilitar el deslizamiento en el agua...
He puesto en esta página la tercera foto porque, la cabeza que se ve en el agua, es la de un hijo de Enrique y se llama igual que el viejo lobo; lo he hecho para que sepáis que he pescado con tres generaciones distintas: abuelo, hijo y un nieto, también pescador submarino y que se llama Antonio Rico.
La cuarta es todo un poema: tal era el cariño que le profesaba al jersey militar que me lo ponía encima del traje; era para evitar que lo rompiese al rozarlo contra las piedras; no me daba cuenta que, al empaparse de agua, la resistencia que oponía al bajar sería tremenda; ésta y la siguiente, que ya habéis visto antes, las hizo Enrique demostrando que era mejor fotógrafo que yo.
La foto de la dársena es para la añoranza: dejo a vuestra inventiva todos los razonamientos que os apetezcan.
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---Podéis saltar de una canción a otra con el reproductor.
Hasta el próximo.
2 comentarios:
Juan Manuel
28 de julio de 2013, 9:50
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Hola,Dirame Mouhsine:en primer lugar te diré que no me molestas en absoluto;sé, por referencias, el ``paraiso´´
de pesca que era,hace años,toda la costa de Marruecos.
Ha sucedido igual que aquí: poco a poco han ido desapare-
ciendo multitud de especies de peces que vivían cerca de la costa...
Respecto a la pregunta que me haces sobre los mosquetones
para la práctica del ``surfcasting´´ te diré que yo nunca
he practicado dicho deporte por lo que no te puedo infor-
mar. En el caso de tener noticias te lo diría; lo mío es la pesca submarina.
Un saludo de Juan Manuel.
AquilesTron
5 de noviembre de 2017, 1:45
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Hola Juan Manuel soy un pescasub venezolano... viendo pues tus relatos me tienes pegado al portátil.
Qye hermosas anecdotas que me hacen soñar, imaginar, pescar contigo, llorsr cuado murió el viejito que estaba malusquillo, reírme con tus ocurrencias de chaval... dios te bendiga Juan. Ojalá supiese tu teléfono para llamarte y cuadrar amboa para tener el HONOR de conocerte...
Dejame tu número yo te llamo. Un fuerte abrazo!
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