COINCIDENCIAS
No sé si la existencia de una persona es una
concatenación de circunstancias, de probabilidades, de sucesos, que te llevan a un determinado lugar o a actuar de acuerdo con
algo preestablecido; no creo en la predestinación pero a veces pienso que en
mi vida se dieron una sucesión de casualidades, de ``coincidencias´´, que hicieron que todo mi ser quedase prendado del mar. Os cuento la primera coincidencia:
Nací en Algeciras el día 15 de julio de
1942. Vine a este mundo en la habitación que corresponde a la ventana superior
izquierda de la casa cuya foto adjunto. Podéis pensar que, ¿qué tiene que ver ésto
con la pesca submarina?... Si continuáis leyendo creo que lo vais a comprender. Esa casa
está situada frente a lo que en aquel tiempo era el Hospital Municipal, también
conocido como la Caridad; pegada al hospital, a su derecha, la antigua iglesia de la Virgen del Carmen, la reina del mar, patrona de los
pescadores. Al día siguiente de mi nacimiento se celebra la festividad de dicha
Virgen. Y aquí viene la primera ``coincidencia´´: mi madre siempre me contó que, en el
momento de salir la procesión, mi padre me sacó al balcón para que la viese; ¡lo
que yo podría ver con sólo unas horas en este mundo!. Pero ella, mientras vivió, mantuvo
en su fuero interno que fue la Virgen del Carmen la que despertó en mí la
pasión por el mar; yo ni quito ni pongo, pero de lo que sí estoy seguro es que con la Virgen no se pelearía, pues era bastante religiosa, pero con la pasión que afirmaba que despertó
en mí, ¡ tela !.
Si aquel día hubiese tenido los ojos abiertos habría visto como era la plaza Juan de Lima; como os he dicho, frente a casa
estaba el hospital y la capilla; al otro lado de la calle la ``Posá´´ o Parador San Antonio: aún resuenan
en mis oídos el sonido de las herraduras de los caballos, el rechinar de las ruedas
de los carruajes y recuerdo el característico olor que salía por su enorme
puerta de entrada; junto al parador, formando esquina con la calle Tarifa, el
bar Florida: donde rajé más de un tapete de billar y me dieron soberanas
palizas jugando al futbolín. Siguiendo mi giro por la plaza vería la barbería Platero, la zapatería Ordóñez, la muy sin par casa de comidas Rosendo y el
bar Salvatierra. Una imagen que nunca olvidaré es la de la Virgen entronizada
en un barco de pesca, su paseo al atardecer por la bahía para bendecir ``las
aguas´´, los reflectores antiaéreos de Gibraltar alumbrándola y mil sinfonías de sirenas sonando para rendirle homenaje. Unos quince años después de que mi padre me sacase al balcón, vino destinado a dicha iglesia, como párroco, alguien muy
querido por los algecireños: el padre Flores. ¿Cómo podía yo imaginar aquel día que, años más tarde,
íbamos a ser compañeros en el deporte de la pesca submarina hasta el momento de
su trágica desaparición ? Más coincidencias... Ya os hablaré de él.
La primera foto es, como os he indicado, de la casa donde nací; lo que no llego a comprender es que, teniendo el hospital en la acera de enfrente, el parto fuese en la propia casa. La segunda foto la hicieron desde la azotea; para mí es muy interesante ya que podemos ver, a la derecha, la fachada lateral del hospital, la subida del Secano y, también a la derecha y al fondo, la urbanización Villa Palma: en un capítulo posterior os comentaré qué había en dicho lugar años antes de hacerse esta foto y la relación conmigo y con nuestro deporte. El comercio del toldo rojo era la cafetería bar Manolo y el del toldo azul el bar Marisquería; también podemos ver la nueva parroquia del Carmen, construida por el ya nombrado padre Flores; años antes en dicho solar estuvo el colegio salesiano; enfrente está el cine Florida. En la tercera fotografía vemos la salida de la Virgen del Carmen de su parroquia. Según mi progenitora, fue el momento en darme su ``bendición marinera´´.
Fotos
La pesquera de la primera foto la hicimos, Felipe y yo, en los arrecifes de San García, en el puntazo que da hacia la playa de Getares; siempre he tenido la impresión de que los meros de la Bahía, de cierto tamaño, eran algo distintos a los del Estrecho, por lo menos en aquella época; me refiero especialmente a su color y a lo macizo de su cuerpo; puede que fuese una mera, y nunca mejor dicho, impresión; no sé por qué me parecían más oscuros; por cierto, ya lo iréis viendo, a veces nos gustaba fotografiar sólo a la pesca, de esta forma no dejábamos a nadie fuera...
Vemos que los bodiones de la Bahía no tenían que envidiar en absoluto a los del Estrecho.
En la segunda volvemos a los arrecifes anteriores al Faro; pusimos la pesca tan ``presentable´´, en esa especie de escalón, que por poco no se ve. La persona situada a la derecha se llamaba Juan y trabajaba en la parada de motocarros del Secano: nos transportaba las pesqueras.
La tercera es en las Azofeas: otra vez le tocó a Reguera, está abonado a medio cuerpo y medio mero... Hablando de cuerpo, ¿no habéis observado mi ``extraordinaria complexión física´´?: a mi edad sigo sin tener claro el motivo por el que, mis amigos del equipo, me llamasen cariñosamente ``el anguililla´´: si por mi facilidad en deslizarme dentro del agua o por mi delgadez..., me inclino por ésto último. En posteriores capítulos os daré a conocer las demás `` coincidencias´´ que hicieron que mi vida tomase un rumbo ``muy marinero´´.
---Pinchar en una de las fotos inferiores para abrir la Galería.
---En la parte inferior de la página tenéis el título y orden de los Capítulos.
---Podéis saltar de una canción a otra.
Hasta el próximo.
Fotos
La pesquera de la primera foto la hicimos, Felipe y yo, en los arrecifes de San García, en el puntazo que da hacia la playa de Getares; siempre he tenido la impresión de que los meros de la Bahía, de cierto tamaño, eran algo distintos a los del Estrecho, por lo menos en aquella época; me refiero especialmente a su color y a lo macizo de su cuerpo; puede que fuese una mera, y nunca mejor dicho, impresión; no sé por qué me parecían más oscuros; por cierto, ya lo iréis viendo, a veces nos gustaba fotografiar sólo a la pesca, de esta forma no dejábamos a nadie fuera...
Vemos que los bodiones de la Bahía no tenían que envidiar en absoluto a los del Estrecho.
En la segunda volvemos a los arrecifes anteriores al Faro; pusimos la pesca tan ``presentable´´, en esa especie de escalón, que por poco no se ve. La persona situada a la derecha se llamaba Juan y trabajaba en la parada de motocarros del Secano: nos transportaba las pesqueras.
La tercera es en las Azofeas: otra vez le tocó a Reguera, está abonado a medio cuerpo y medio mero... Hablando de cuerpo, ¿no habéis observado mi ``extraordinaria complexión física´´?: a mi edad sigo sin tener claro el motivo por el que, mis amigos del equipo, me llamasen cariñosamente ``el anguililla´´: si por mi facilidad en deslizarme dentro del agua o por mi delgadez..., me inclino por ésto último. En posteriores capítulos os daré a conocer las demás `` coincidencias´´ que hicieron que mi vida tomase un rumbo ``muy marinero´´.
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Hasta el próximo.
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