REMINISCENCIAS--- CAPÍTULO 3º














REMINISCENCIAS

Quiero vuestra consideración por la mala calidad del material fotográfico pues tener una cámara, en los años cincuenta, era todo un lujo, por lo menos para mí; tampoco se nos podía considerar unos genios en la técnica de la fotografía ni nos acompañaban los medios. El poco material del que dispongo es una parte infinitesimal del que podía tener: la mayoría de los días que salíamos  no podíamos hacer una fotografía por no tener una simple cámara. Ni digitales, ni ordenadores, ni vídeos submarinos..., si alguien me dice que iba a inmortalizar el momento de arponear un mero con un ``aparatito´´ puesto en el fusil o encima de la máscara... le hubiese dicho que estaba ``majara´´. Respecto al equipo y material submarino ¡¡ de risa !! Os hago un adelanto: el primer cinturón de plomo que tuve fue una talega que cogí de mi casa, la llenaba de piedras, el peso a ojo, y me la ataba a la cintura con una toniza; las primeras boyas: corcho que encontraba en la costa; el primer traje: un jersey militar y, ¿una linterna submarina?, cosas de brujas... Sondas, localizadores gps, marcar un pesquero vía satélite..., pura alquimia en aquellos tiempos; nuestros gps eran un árbol, un poste, unas rocas, unas determinadas marcas en la costa, el pico de un monte...
Estábamos en los años de la postguerra, años de la alpargata y del cesto de esparto; no teníamos, como os he dicho, material apropiado ni nos cuidábamos de forma adecuada y lo que es peor, en lo cultural sólo se hablaba de leyendas, de tabúes y de peligros bajo la superficie del mar.
Había que tener, y lo digo sin ninguna jactancia, muchos redaños para   meterse  bajo la superficie del mar en dicha época. 
                                                     
                                                                                             Fotos

 La foto superior muestra capturas logradas en la zona antes de llegar al faro de Punta Carnero; en éstos seis o siete arrecifes, situados entre el Timoncillo y el propio Faro, paralelos entre sí y todos perpendiculares a la costa, existen innumerables piedras y cuevas; en aquellos años la flora y fauna submarina era abundantísima en el citado lugar; si examináis las distintas fotos de pesqueras hechas aquí,  veréis que la mayoría de las piezas son de buen tamaño; ha sido el único lugar donde he capturado varias pintarrojas o lijas, un tiburón ángel o angelote y, ¡ lo más increíble ! : un cazón; no me explico qué haría éste último en tan poca agua pues su hábitat es bastante más profundo; todos ellos son inofensivos pero es lógico no acercarse mucho a su boca una vez arponeados ya que, como cualquier animal herido, intenta defenderse y observando su dentadura veremos que no necesitan ir al odontólogo. En la gastronomía gaditana el adobo es un plato típico que a mí me encanta, os podéis imaginar el homenaje culinario que me hice con ellos. Como los medios de locomoción no eran  muy abundantes, los pesqueros que más visitábamos eran los de la Bahía al ser los más cercanos. La playa de Getares no era muy apreciada por los algecireños de entonces; creo que eran varios los factores causantes: por su relativa lejanía, que se veía incrementada por los escasos medios de comunicación, por su apertura a la influencia de los vientos y por la leyenda de las ``hoyas´´ que se``tragaban a los bañistas´´; dicha leyenda puede tener cierta coherencia pues, al ser una playa abierta al viento de levante, su fondo arenoso a veces forma escalones con el consiguiente peligro. Quizás lo que no sepáis es que era muy frecuentada por los gibraltareños: los primeros bikinis y toples que ``escocieron´´ mis retinas fue hace más de cincuenta y cinco años..., y ahora que caigo, puede que debido a la estricta moral de la época, ésta sería otra de las razones por no ir a dicha playa: por indicación eclesiástica; sin morbo: a veces dudaba si tirarme al agua o quedarme en la arena.
La segunda está tomada en las ruinas del castillo del Tolmo; la ensenada del Tolmo, desde la Punta Acebuche hasta el puntazo de Arenillas o Punta del Traidor, siempre ha sido mi segundo lugar preferido de la costa del Estrecho: del que ocupa el primero  os hablaré en otro capítulo. No creo que se pueda pensar que tengo los brazos estirados para acercar las piezas a la cámara: hasta ahí no llega mi fuerza..., al contrario, los tengo apoyados sobre el pecho pues no hubiese podido con ellos; el que salió perdiendo fue el cocle... La tercera son dos meros de la ``cañá´´ del Peral. 

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--- Podéis saltar de una canción a otra.
                                                                       Hasta el próximo.

1 comentarios:

Kiromax

24 de mayo de 2012, 9:46
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1

dijo...

podía leer este blog en un rato,pero no lo haré,disfrutare de el por capítulos,este trabajo se lo merece
De la mano de su autor,te ilustra de aquella Algeciras de los años 60 con sus fotografía de pesca y sus vivencias la cual para mi gusto demasiado concisa,sera para no cansar ha nadie,
Como de unas buenas viandas de narración,esta son regada con un buen caldo de música de fondo,la cual tienes que terminar de oír por narices, buenísima.

PD,de viandas y caldos, también sabe un montón,pero este es otro tema para mas adelante
un saludo juan manuel y muchas FELICIDADES.Angel

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