PRIMEROS AÑOS--- CAPÍTULO 5º






  

                                                                          


PRIMEROS  AÑOS
Como os dije en el capítulo anterior, en los terrenos que ocupa la actual parroquia de la Virgen del Carmen, estaba situado el colegio salesiano de San Ramón; en él estudié hasta hacer el ingreso, que era el examen que había que aprobar para iniciar el bachiller.
Y es hora de contar la segunda ``coincidencia´´ que hizo despertar en mí el amor por este deporte. Con diez años me mandaron a Ronda para estudiar como interno en el Colegio salesiano del Sagrado Corazón de Jesús, más conocido por el Castillo. Dentro del horario escolar había una hora de estudio libre en la que, si querías,  podías ir a la biblioteca; imaginad los libros: clásicos españoles, autores griegos y romanos, literatura religiosa... Un día encontré, en un cajón que estaba casi oculto por las estanterías, una colección de fascículos y folletos en francés; después de tantos años no he logrado encontrar una explicación lógica de cómo llegaron allí; lo que sí os puedo decir es que  despertaron en mí una gran curiosidad:  trataban sobre el mundo  submarino. Relataban que un tal comandante Cousteau y Émile Gagnan habían inventado, diez años antes, un regulador para respirar bajo agua sin estar ``atado´´ a la superficie...; hablaban de aletas, de gafas submarinas, de trajes de goma, del mundo bajo el mar; no estaban muy bien conservados ni hacían referencia a la pesca submarina pero a mí me parecieron más ``sabrosos´´ que las yemas del Tajo. En dicha época el idioma extranjero que se estudiaba era el francés y comprenderéis que, a mi edad, no supiera traducirlo. No sé si le agradecí lo bastante a Dº Santiago, sacerdote que estaba a cargo de la biblioteca, el hecho de que en vez de hacerme leer el Quijote o el Lazarillo de Tormes, me ayudase a traducir y entender lo que en aquellas revistas se manifestaba; supongo que lo haría al ver el extraordinario interés que demostré. Todo ésto despertó  mi infantil imaginación que volaba a paraísos azules; mis  sueños, mis pesadillas y todos mis pensamientos giraban en torno a un fantástico mundo submarino, lleno de peces y sirenas que, al no conocer, me lo inventaba. 

                                                                                            Fotos

El primer ``documento gráfico´´ de hoy corresponde a las barras que hay entre Guadalmesí y Punta Oliveros; cuando comenzamos a ir a dichos pesqueros bautizamos a los meros que allí capturábamos como ``meritos tomateros´´, debido a su tamaño mediano y muy parejos. En la segunda nos vamos de nuevo a la Bahía, al arrecife de la Ballenera: veis que seguimos ``progresando´´ en ``dotes´´ fotográficas, ¡qué barbaridad¡, es una pena pues se adivina en lo negro la silueta de un buen mero. Al ver la tercera foto recuerdo como llegué de Ronda en las vacaciones del verano: el mono por la pesca era total; al día siguiente de mi llegada cogí el equipo, tomé el autobús de la CTM de Getares y yo solo, pues mis compañeros estaban trabajando, y sin encomendarme ni a dios ni al diablo, me tiré en el pesquero ``del cable´´. En menos de una hora se me había pasado el ``mono´´, la presión sanguínea también se había estabilizado y dejó de hervirme la sangre: observáis el doble motivo y los dos juntitos en la misma piedra; os diré la verdad: iba a tiro casi hecho pues es, mejor dicho, habrá que decir era, una cueva muy caliente; en las anteriores vacaciones de semana santa saqué otros dos algo más pequeños;tuve la suerte de que el guardia civil del cuartel de San García no fastidiase la foto; un secreto: la profundidad es de unos doce metros. 

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                                                                    Hasta el próximo.                    

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